lunes, 9 de diciembre de 2019

QUERIDOS REYES MAGOS: QUIERO UN IPHONE


Ojeando las revistas de juguetes con mi hija mayor, me acordaba cuando yo era pequeña que una de mis preguntas era si los juguetes que los Reyes dejarían en casa llevarían las pilas para poderlos utilizar ese mismo día. Por suerte los Reyes Magos eran muy listos y año tras año aprendían cosas nuevas adelántadose a esas preocupaciones.

Hoy en día, las preocupaciones de nuestros hijos no giran en torno una simples pilas, sino que giran en cuánto me traerán y si lo que me traeran será lo suficientemente grande, lo suficientemente caro o si será el último modelo. La pilas se han ido sustituyendo por baterías y pantallas.

En la actualidad, donde las nuevas tecnologías acaparan parte de nuestro tiempo y atención, es necesario echar  un ojo con  más atención a aquellos regalos que han pedido nuestros hijos en su carta a los Reyes e intentemos no dejarnos llevar sólo por lo que les hace más ilusión, por lo que tienen sus amigos/as o por lo que se llevaAntes de ceder a sus deseos debemos ser críticos y plantearnos cuestiones tales como si lo que han pedido se adecua a su edad, si es un juguete educativo, bélico o si es nocivo para su salud.

A la hora de realizar nuestra función como Reyes Magos es importante hacerlo con toda la ilusión que ello conlleva pero sin perder el norte ni la dirección en la casa donde tenemos que dejar los regalos. Hay que saber seleccionar qué, cuántos y a quiénes van destinados aquellos regalos que ponen en la carta.

Hagamos una reflexión un poco crítica ante esto. No todo es válido y no todo es bueno aunque nos lo vendan y se lo vendan a los niños como educativo. El otro día leía un artículo sobre los beneficios del juego Fortnite para los adolescentes, defendiendo que tiene un componente educativo por encima de lo adictivo. A mí me gustaría centrarme en la parte adictiva más que en la educativa.

Estar delante de una pantalla horas no es educativo. No relacionarse con gente cara a cara no es educativo. El ruido, los estímulos agresivos, la postura corporal o la vista centrada en la pantalla…. NO ES EDUCATIVO. Sí es educativo pensar o buscar estrategias, pero hay mil juegos de mesa o de otro estilo que no requieren estar delante de una pantalla.

También nos subimos al carro de las peticiones en cuanto al móvil. En este sentido, como padres y madres debemos hacer una reflexión desde la responsabilidad, ya que muchas veces, y sin ser conscientes, somos nosotros mismos quienes buscamos excusas para que nuestros hijos tengan móviles y no uno cualquiera sino incluso uno de mayor calidad al que nosotros llevamos. Argumentos como “pobre, es que todos sus amigos los llevan”, “así lo tengo siempre localizado” “los baratos no duran nada” no ayudan a que nuestros hijos empiecen a tomar decisiones en función de las necesidades y sí desde el capricho.

Cada vez veo más grupos de adolescentes con móviles que cuestan una cantidad indecente de dinero en el mercado ¿Realmente han de tener en sus manos una herramienta de comunicación tan cara? ¿Realmente están preparados madurativa y emocionalmente para usar estos aparatos? Y en este sentido, ¿los "Reyes Magos" se encargan de adjuntar un manual de instrucciones de funcionamiento específico donde no sólo se indica como se utiliza  sino que además indique los efectos secundarios que puedan tener?

En estas fechas que se acercan donde nos bombardean con todo tipo de juguetes, productos, donde la frase que más se escucha, por lo menos en mi casa es “me lo pido” y “quiero, quiero, quiero…” personalmente me vienen a la cabeza muchas preguntas en cuanto a la necesidad de no dejarme llevar por lo que creo que es lo “mejor” para mis hijos, o pensar que como los Reyes vienen una vez al año y podemos tirar la casa por la ventana dejándonos muchísimo dinero en cosas que utilizan los primeros días por ser la novedad y luego se acumulan junto con otros juguetes.

Hace poco vino a la consulta un padre y me contaba que todos los días jugaba a la Play con su hijo porque era un momento maravilloso para compartir una experiencia con él. No pasa nada si se juega un rato. Pero ese momento que un principio parecía inofensivo, se estaba convirtiendo en un ritual diario donde había una “competencia” entre ambos, y aunque el padre argumentaba que era un momento donde se fomentaba la comunicación padre-hijo, no era verdad. Hay demasiados estímulos para poder fomentar una conversación tranquila. Su hijo también empezaba a no controlar los tiempos de uso, dejando de lado algunas de sus responsabilidades o dejando de salir con los amigos para pasar horas jugando, a veces con su padre, pero también solo por la noche y a escondidas.

Hagámonos preguntas, reflexiones, tengamos una actitud crítica y  usemos nuestro papel como Reyes Magos de una manera más consciente y responsable.