martes, 7 de abril de 2020

CONFINAMIENTO: ¿POR QUÉ MIS HIJOS ESTÁN DISCUTIENDO MENOS?


En el momento de ponerle título a esta entrada del blog dudé entre “CONFINAMIENTO: ¿POR QUÉ MIS HIJOS ESTÁN DISCUTIENDO MENOS?” (por el que me decidí finalmente) o “CONFINAMIENTO: ME ESTOY DANDO CUENTA QUE….”.

Tanto un título como el otro hubieran sido muy válidos. De hecho, el título escogido es una consecuencia de la segunda opción, ya que me estoy dando cuenta que…mis hijos discuten menos.

Jamás pensé que escribiría este artículo, al menos desde la perspectiva en la que nos encontramos todos hoy en día, desde el confinamiento de nuestras casas, con unos hábitos y unas rutinas modificadas: Padres con horarios laborales intempestivos, compras surrealistas o niños sin colegio ni parque donde jugar con sus amigos.

No voy a ser yo quien explique lo que está sucediendo porque todo lo que diga ya estará dicho y cada familia sabe por lo que está pasando.

Pero sí es cierto que esta situación que se nos ha planteado a todos, nueva para la mayoría de los adultos y, por supuesto, para nuestros hijos, es una oportunidad para observar y sobre todo para aprender de nosotros mismos y de los que nos rodean.

¿24 HORAS JUNTOS LOS HERMANOS?

Después de estos 20 días, en casa hay una cosa que nos ha llamado la atención por encima del resto. Al decretarse el confinamiento, una de las primeras cosas que pensamos fue: “LOS HERMANOS 24h JUNTOS EN CASA, ESTO SERÁ LA GUERRA”. Si en situaciones normales, al verse sólo 4 o 5 horas diarias las peleas son constantes, no queríamos ni imaginar qué podía suceder durante 24h los siete días de la semana. Los días han ido pasando y las peleas de nuestros hijos (de 10 y 7 años) han disminuido que no desaparecido (POR FAVOR QUE SIGAN HABIENDO CONFLICTOS, ESO SIGNIFICA SER HERMANOS: hacerse valer, negociar a su manera, ceder o pedir perdón).

No sólo discuten menos sino que se dan espacios de conversaciones y diálogos largos, momentos de complicidad entre ellos que raramente se habían dado anteriormente. En resumen, están fomentando su relación.

Esta situación nos ha hecho pensar en casa a qué puede a ser debido y “me he dado cuenta que” los niños pasan más rato con nosotros, jugamos más con ellos, se les presta más atención. Habitualmente vamos como autómatas a todos los sitios: “Rápido que hay que ir al cole; rápido que me he de ir a trabajar; nos vemos luego que me voy al gimnasio; pregúntaselo a tu padre que yo ahora no puedo; buff con lo cansado que estoy”. En realidad  lo que quieren y necesitan los pequeños es lo que les estamos ofreciendo estos días como padres: Atención plena y tranquila y, por supuesto, tiempo, tiempo y tiempo.

Los pequeños están recibiendo “su dosis de atención” por lo que es posible que ya no necesiten llamar tanto la atención con sus peleas o pataletas.



ME ESTOY DANDO CUENTA DE

Probablemente lo menos importante de este artículo es que los niños estén teniendo menos conflictos. De hecho, seguro que ha sido un espejismo de dos o tres veces que haya sucedido ese milagro. Lo importante de este artículo y que me gustaría resaltar es que gracias a todo esto que está sucediendo, se nos está permitiendo invertir en pensamientos y actos para llegar a ser conscientes de aquellas maravillas que nos rodean y que en nuestra vida cotidiana de aceleración constante no lo seriamos.

De ahí que me estoy dando cuenta que:
  • Afortunadamente, puedo abrazar a mis hijos: momento que se detiene el mundo. Y ahora, creo que el mundo está parado, en muchos sentidos de la palabra, tal vez para darnos una dosis de realidad de lo deprisa que vamos.
  • Posponer a veces es demasiado tarde. Cuantas veces nos decimos: “Luego lo hago” “Ya lo haré” o “Cuando tenga un momento lo hago”.
  • Un hecho tan cotidiano como lavarme las manos se esté convirtiendo en un bonito ritual, tratando de ser lo más consciente posible, donde los olores, la risa y dedicarle tiempo a algo tan básico ya forma parte de nuestras vidas. He de confesar que he aprendido lo que es lavarse las manos como una cirujana y la importancia que esto tiene.
  • No hace falta consumir tanto ocio externo sino que dentro de casa hay un mar de posibilidades. ¡se puede vivir perfectamente sin fútbol!
  • ¡Qué importante es escuchar el silencio! Ahora que disponemos de más tiempo
  • Mis hijos aceptan las cosas tal como son y no como les gustaría que fueran. Después de una explicación, en los primeros días, de porqué no se puede salir de casa y de contestar sus numerosas preguntas (ojalá se las sigan haciendo y que sigan con sus inquietudes) no han vuelto a preguntar, sabiendo y aceptando que estar en casa es la única opción. En cambio, los adultos muchas ocasiones siempre queremos más.
  • Las nuevas tecnologías a pesar de tener un componente adictivo (es algo con lo que me encuentro todos los días) también están siendo una herramienta que facilita la comunicación en momentos donde no podemos establecer contacto directo, nos ayudan a conectar lo real y lo virtual. Pero a mí no me engañan lo que realmente me gusta, quiero o necesito es abrazar y sentir que me abrazan.
  • Muchas cosas que considerábamos imprescindibles, no lo son tanto y apenas las estamos echando de menos.
  • Es importante distinguir la diferencia entre lo que deseo y lo que realmente necesito.
  • Hay valores que están por encima de todos. Necesitamos a los demás más de lo que pensamos.
  • El bienestar es frágil y que los momentos presentes pasan y son momentos únicos.
Y ES QUE A VECES, NO HACER NADA ES HACER MUCHO

P.D. Reflexión
¿Nos hemos parado a pensar que por culpa de nuestro ritmo de vida ajetreado y de estrés, también hay otros perjudicados?
Igual que somos conscientes que nuestros hijos reclaman de nuestra atención, ¿Qué nos impide pensar que nuestros padres no quieran estar con nosotros?
En el fondo, somos las personas que han visto crecer, las que han educado, las que han querido, igual que nosotros estamos queriendo y educando a nuestros pequeños.
Pero, en cambio, nunca les oiremos una mala palabra hacia nosotros por no ir a verlos o por no hacerles una simple llamada telefónica para preguntarles cómo están.

Dejemos de ir corriendo a todos lados o de ver ese partido de fútbol en la televisión, que en el fondo no aporta nada y cojamos el coche para hacer una visita a nuestros mayores, y sino, todos tenemos un móvil a mano. Escuchar nuestra voz con un “hola mama/hola papa, ¿cómo estás?” puede ser más curativo que cualquiera de las medicinas que esté tomando.
Hay gente que desearía hacerlo, y no puede.
Si lo posponemos, puede que un día no podamos hacerlo y entonces nos arrepentiremos.
No sólo confirmo la importancia de pasar más tiempo con mis hijos, sino que me hace reflexionar que tal vez mi familia también quiera pasar más tiempo conmigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario