viernes, 2 de marzo de 2018

EL GRUPO DE IGUALES


Es evidente que el grupo de iguales (me refiero con ello al grupo de la misma edad) tiene un peso muy importante en la adolescencia. El pertenecer a un grupo tiene una fuerte carga emocional que muchas veces los adolescentes no saben como manejar.

La influencia que ejercen los/as amigos/as hay que tenerla muy en cuenta a la hora de entender muchos comportamientos de los adolescentes, por lo que el grupo de iguales ocupa un lugar muy importante en su escala de valores, tanto es así que la opinión que tenga el grupo va a ser clave en su autoestima.

Cuando estan en un grupo, dejan de actuar como personas individuales y el grupo ejerce un papel importante en como actúan nuestros hijos.

Sí es cierto que son numerosas las ventajas que proporciona el grupo de iguales: apoyo y seguridad; facilita la separación con los adultos; proporciona, entre otras cosas, ideales, valores…. Pero también tiene riesgos: el grupo puede dificultar la responsabilidad individual; las decisiones libres; facilita conductas de riesgo donde puede aparecer el consumo de drogas y/o alcohol.

Pertenecer a un grupo, ser aceptado/a, tiene un peso muy grande donde los adolescentes muchas veces hacen cosas que en la mayoría de los casos no se preguntan si realmente las quieren hacer, pero como las hacen los demás se ven impulsados a hacerlas también: "si no la hago tengo la creencia y el miedo a que no me quieran, o no me acepten" y con esa edad la sensación de sentirse solo/a es muy fuerte.

Es muy importante y necesario conocer a los amigos/as de nuestros hijos, es fundamental. El grupo de iguales va cambiando a medida que van creciendo y en los periodos de transición o cambios es cuando más atentos hay que estar (como cambios de ciclos, del colegio al instituto…).

Con los adolescentes que trabajo en el centro trabajamos mucho la diferencia que hay entre los amigos y los “colegas”. Lo único que puede que tengan en común es la edad pero la relación que tienen entre ellos es diferente, es importante ayudar a nuestros hijos a entender qué tipo de relación tienen con cada uno de ellos. No podemos elegir por ellos, pero sí ayudarles a hacer la mejor elección.

Y con todo este escenario lo más seguro es que se encuentren en situaciones donde los demás beben, fuman…donde lo pueden probar y les puede gustar, donde además está la presión añadida de pertenecer a ese grupo y no sentirse rechazados/as… No vale con frases “las drogas son malas”, que no está de más decirlo.

Por ello, es importante que como padres y madres conozcamos y sepamos quienes son esos amigos/as con nombre y apellido, sin necesidad de invadir, interrogar o cuestionar, pero sí sabiendo poner límites claros cuando se detecta o se observa que algo no anda bien en sus relaciones de amistad.

Desde pequeños, fomentar el diálogo con nuestros hijos/as es vital. Crear espacios de comunicación en casa son claves para detectar como están nuestros hijos/as. Por ejemplo, el momento de la cena es un espacio que puede facilitar la comunicación, es importante conectar con nuestros hijos/as, por eso se debe evitar la TV, el móvil y demás distracciones que quitan la presencia del otro, que es la base de las relaciones nutritivas.
Los trayectos en coche también son espacios buenos para hablar sobre todo con adolescentes ya que no hay un contacto visual directo que hace que muchas veces se sientan interrogados.

Solemos interrogar a nuestros hijos/as cuando salen del colegio y lo que nos encontramos es que suelen contar muy poco, pero la realidad es que nosotros como padres y madres a veces contamos menos que ellos. Es importante que empecemos nosotros a contar nuestro día: que es lo menos me ha gustado, los que más y lo que cambiaría del día. De esta manera nuestros hijos/as también saben que nos pasan cosas, que nos sentimos de una manera o de otra y cómo podemos resolver las cosas que nos pasan, facilitando que nuestros hijos también nos cuenten si han tenido algún conflicto y como lo han podido o no resolver.

También es importante aquellas familias que tengamos más de un hijo, poder pasar tiempo con cada uno de ellos a solas, hacer alguna actividad diferente de manera individual, hacer que ese protagonismo pueda facilitar un acercamiento, con un final del día de refuerzo positivo de lo maravilloso e importante que ha sido compartir algo con tu hijo/a.

Admitir que los padres también cometemos errores, que no lo sabemos todo y que es importante pedir perdón son elementos muy importantes a la hora de fomentar una buena comunicación.
Los roles que ejercemos con nuestros hijos/as son variados y a veces sin darrnos cuenta, más que facilitar la comunicación lo que hacemos es lo contrario. Están las madres y padres autoritarios donde el diálogo y la compresión se alejan mucho, ya que la comunicación se rige por el “y porque lo mando yo”. Madres y padres que transmiten continuamente miedo a sus hijos/as “ te vas a caer”. Madres y padres que quitan importancia a las cosas “no te preocupes seguro que mañana volveréis a ser amigos” y por último madres y padres sermones“ deberías, deberías….”.

El lenguaje que utilizamos con ellos y el tono de voz, a veces, dificulta una buena comunicación. Pensar que nos acercamos a nuestros hijos/as por dirigirnos a ellos con palabras como tío, colega… es un error. Hay que tener claro que nosotros no somos sus amigos/as sino sus madres y padres.

Otro punto a tener en cuenta es tener cuidado a al hora de indicar algo a nuestros hijos. Hay que criticar "al hacer y nunca al ser", ya que de esta manera no se ataca directamente a la autoestima. No es lo mismo decir “últimamente tienes la habitación un poco desordenada” que decir “eres un guarro/a”. Y cuidado con el siempre y nunca ya que frases que contengan estas expresiones como por ejemplo "Siempre haces todo mal" o "Nunca haces las cosas bien" contienen un componente demasiado fuerte a la hora de comunicar.

Escuchar activamente a nuestros hijos/as es mucho más que percibir sus voces con los oídos. Es pararse, escuchar sus pensamientos y detectar sus emociones.

La infancia es la clave para dotar a nuestros hijos de las herramientas necesarias para que cuando llegue el momento de encontrarse con estos conflictos  sean capaces de seleccionar, elegir y decidir. Hay que enseñarles a responder y no a reaccionar, es decir, que sean capaces de tomarse el tiempo necesario para decidir qué es lo que quieren o lo que no quieren hacer, con quién quieren estar y con quién no, donde quieren ir o donde no.

Nosotros/as somos un ejemplo para nuestros hijos, y todo empieza con una buena comunicación.

Pero que diferencia hay entre responder y reaccionar….??
Os invito a ver el siguiente post.
Y si tenéis cualquier pregunta con este tema o cualquier otro que os inquiete como madres o padres, no dudéis en dejar vuestro comentario abajo.

Un saludo,
Anais

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