lunes, 9 de diciembre de 2019

QUERIDOS REYES MAGOS: QUIERO UN IPHONE


Ojeando las revistas de juguetes con mi hija mayor, me acordaba cuando yo era pequeña que una de mis preguntas era si los juguetes que los Reyes dejarían en casa llevarían las pilas para poderlos utilizar ese mismo día. Por suerte los Reyes Magos eran muy listos y año tras año aprendían cosas nuevas adelántadose a esas preocupaciones.

Hoy en día, las preocupaciones de nuestros hijos no giran en torno una simples pilas, sino que giran en cuánto me traerán y si lo que me traeran será lo suficientemente grande, lo suficientemente caro o si será el último modelo. La pilas se han ido sustituyendo por baterías y pantallas.

En la actualidad, donde las nuevas tecnologías acaparan parte de nuestro tiempo y atención, es necesario echar  un ojo con  más atención a aquellos regalos que han pedido nuestros hijos en su carta a los Reyes e intentemos no dejarnos llevar sólo por lo que les hace más ilusión, por lo que tienen sus amigos/as o por lo que se llevaAntes de ceder a sus deseos debemos ser críticos y plantearnos cuestiones tales como si lo que han pedido se adecua a su edad, si es un juguete educativo, bélico o si es nocivo para su salud.

A la hora de realizar nuestra función como Reyes Magos es importante hacerlo con toda la ilusión que ello conlleva pero sin perder el norte ni la dirección en la casa donde tenemos que dejar los regalos. Hay que saber seleccionar qué, cuántos y a quiénes van destinados aquellos regalos que ponen en la carta.

Hagamos una reflexión un poco crítica ante esto. No todo es válido y no todo es bueno aunque nos lo vendan y se lo vendan a los niños como educativo. El otro día leía un artículo sobre los beneficios del juego Fortnite para los adolescentes, defendiendo que tiene un componente educativo por encima de lo adictivo. A mí me gustaría centrarme en la parte adictiva más que en la educativa.

Estar delante de una pantalla horas no es educativo. No relacionarse con gente cara a cara no es educativo. El ruido, los estímulos agresivos, la postura corporal o la vista centrada en la pantalla…. NO ES EDUCATIVO. Sí es educativo pensar o buscar estrategias, pero hay mil juegos de mesa o de otro estilo que no requieren estar delante de una pantalla.

También nos subimos al carro de las peticiones en cuanto al móvil. En este sentido, como padres y madres debemos hacer una reflexión desde la responsabilidad, ya que muchas veces, y sin ser conscientes, somos nosotros mismos quienes buscamos excusas para que nuestros hijos tengan móviles y no uno cualquiera sino incluso uno de mayor calidad al que nosotros llevamos. Argumentos como “pobre, es que todos sus amigos los llevan”, “así lo tengo siempre localizado” “los baratos no duran nada” no ayudan a que nuestros hijos empiecen a tomar decisiones en función de las necesidades y sí desde el capricho.

Cada vez veo más grupos de adolescentes con móviles que cuestan una cantidad indecente de dinero en el mercado ¿Realmente han de tener en sus manos una herramienta de comunicación tan cara? ¿Realmente están preparados madurativa y emocionalmente para usar estos aparatos? Y en este sentido, ¿los "Reyes Magos" se encargan de adjuntar un manual de instrucciones de funcionamiento específico donde no sólo se indica como se utiliza  sino que además indique los efectos secundarios que puedan tener?

En estas fechas que se acercan donde nos bombardean con todo tipo de juguetes, productos, donde la frase que más se escucha, por lo menos en mi casa es “me lo pido” y “quiero, quiero, quiero…” personalmente me vienen a la cabeza muchas preguntas en cuanto a la necesidad de no dejarme llevar por lo que creo que es lo “mejor” para mis hijos, o pensar que como los Reyes vienen una vez al año y podemos tirar la casa por la ventana dejándonos muchísimo dinero en cosas que utilizan los primeros días por ser la novedad y luego se acumulan junto con otros juguetes.

Hace poco vino a la consulta un padre y me contaba que todos los días jugaba a la Play con su hijo porque era un momento maravilloso para compartir una experiencia con él. No pasa nada si se juega un rato. Pero ese momento que un principio parecía inofensivo, se estaba convirtiendo en un ritual diario donde había una “competencia” entre ambos, y aunque el padre argumentaba que era un momento donde se fomentaba la comunicación padre-hijo, no era verdad. Hay demasiados estímulos para poder fomentar una conversación tranquila. Su hijo también empezaba a no controlar los tiempos de uso, dejando de lado algunas de sus responsabilidades o dejando de salir con los amigos para pasar horas jugando, a veces con su padre, pero también solo por la noche y a escondidas.

Hagámonos preguntas, reflexiones, tengamos una actitud crítica y  usemos nuestro papel como Reyes Magos de una manera más consciente y responsable.

lunes, 26 de agosto de 2019

ADICCIÓN AL MOVIL | ESTRATEGIAS PARA NO RESTAR TIEMPO A NUESTROS HIJ@S


Como si de una casualidad se tratara, después de escribir en el blog sobre las adicciones tecnológicas y de sus estrategias preventivas, hace unos días me hicieron una entrevista en la televisión vasca donde hablaba de las adicciones al móvil y del uso de los smartphones. La noticia empezaba diciendo “lo primero y lo último que hacemos en el día es mirar el móvil”,  así de real y al mismo tiempo así de triste que lo último que miremos y lo primero del día sea un aparato, algo no humano.

En respuesta a la primera pregunta contesté que los móviles y las nuevas tecnologías no son malas ya que nos aportan información y rapidez en obtenerla, facilitando trabajo y tiempo. Lo malo es el vínculo que establecemos con él. Un vínculo del que  a veces no nos separamos  en todo el día y que cuando no lo tenemos  lo echamos  demasiado en falta. Porque siendo honestos,  ¿quién no ha vuelto a casa a por el móvil cuando nos hemos dando cuenta que no lo llevamos encima? y ¿cómo nos sentimos cuando  nos quedamos sin batería?
El tiempo que invertimos en el móvil lo restamos de estar con quien más queremos y tiempo para estar con nosotros mismos: “Mientras miramos el móvil, nuestros hijos e hijas crecen”
El estar constantemente mirando el móvil nos priva de  muchas cosas, no vemos, no miramos y dejamos de sentir, y por supuesto, nuestros hij@s no dejan de mirarnos e imitarnos. Y esto, merece que hagamos una reflexión.


Aquí os dejo unas estrategias para ser un poco más conscientes del uso del móvil:
  1.  Descárgate sólo las aplicaciones necesarias. Hay que diferencias entre “deseo” y “necesidad”, para saber cual de las dos es importante y hacerse preguntas en cuanto a ¿realmente lo necesito? ¿me la instalo por que otros la tienen, porque está de moda...?
  2. No te descargues juegos. Los juegos ayudan a perder la noción del tiempo y precisamente lo importante es saber que tenemos tiempo y lo podemos invertir en cosas mucho más interesantes y conscientes.
  3. No estés en demasiados grupos de Whatsapp. No hay que tener miedo  a salirnos de grupos donde no queremos estar o no nos aportan información importante ( ej. Si te invitan a una fiesta de cumpleaños de alguno de tus hijos y ya has dicho que no vas a ir, despídete, para evitar un bombardeo de información de la hay que distanciarse).
  4. No lleves el teléfono siempre encima. NO PASA NADA…. NADA!! Pero en realidad pasan muchas cosas, te ayudará a que las veas y las sientas.
  5. No respondas con inmediatez. Las respuestas no importantes pueden esperar así evitaremos estar pendientes continuamente si hay nuevos mensajes o no.
  6. Responde con una llamada. Los mensajes importantes es mejor responder con una llamada. Ayuda a concretar y no divagar en la conversación mediante mensajes.
  7. Evita estar pendiente de todo y de todos. Hay que perder el miedo a estar con uno mism@. A veces no hacer nada es hacer mucho.
  8. Personaliza los tonos de gente importante. Así sabrás de quien es el mensaje y si requiere una prioridad.
  9. Da la bienvenida a los despertadores de toda la vida. Así se evita dormir junto al móvil, déjalo descansar pero lejos de tu cama.
  10. Apaga el móvil en los momentos importantes, conversaciones, momentos de ocio con nuestros hijos, familiares…
  11. Define tiempo para “perderte” en las redes sociales: define horarios, espacios y tiempos para terminar.
  12. Rompe la tiranía de revisar constantemente. Cuanto más esperes para ver, más cosas encontrarás… rompe con la inmediatez.
  13. Revisa la número 4
No voy a negar que miro el móvil por la noche y a primera hora de la mañana porque sería mentir pero sí me ocupo que mi último mensaje de la noche sea en el oído de mis hijos mientras duermen y otro al irme a trabajar.

Espero que este post os haya sido de utilidad y que alguno o algunos de estos consejos puedan ayudar a dejar un poco de lado el móvil para así disfrutar más de lo que tenemos a nuestro alrededor.

Te invito a dejar en los comentarios de abajo qué estrategia utilizas tú para no mirar continuamente el móvil. De esta manera entre todos, aprenderemos técnicas nuevas para ponerlas en práctica, yo la primera. Estaré encantada en aprender y utilizar la tuya. Como sé que cuesta romper el hielo os dejaré la que utilizo y de la que me arrepiento no haberla hecho antes.

martes, 4 de junio de 2019

ADICCIONES TECNOLOGICAS (2a parte): ESTRATEGIAS PREVENTIVAS


Tal y como ya hablé en el anterior post del peligro que conlleva el mal uso de las nuevas tecnologías (¿qué son y qué peligros conllevan las adicciones tecnológicas?), cabe dedicar una entrada a aquellas medidas preventivas que desde casa se pueden llevar a cabo.

A diferencia de las adiciones a las sustancias, donde las personas tienen que aprender a vivir en total abstinencia, con las tecnologías no pasa lo mismo puesto que tienen que aprender a vivir con ellas. Por ejemplo, el ordenador es una herramienta de trabajo en la escuela donde los libros ya dejan de tener el valor que antes tenían…. Por ello es importante fomentar un buen uso desde que son pequeños.

Pero esta enseñanza debe ser bilateral, por un lado nuestros hijos nos irán enseñando el uso de estas nuevas tecnologías y los padres y madres tenemos que enseñar a los hijos su uso responsable.

Lo primero que hay que decidir en casa es qué clase de aparatos queréis que entren en casa ya que en cada familia tiene que tener sus propios criterios de selección y sistema de valores (la edad en la que le compraremos su primer móvil,  si en casa queremos que haya playstation…). Yo me encuentro muchas veces en boca de mis hijos con la frase:"Es que ….. tiene móvil ya”, "es que a … le dejan jugar con el móvil”, “ por que yo no puedo y … si que puede jugar con la play en casa?”….

Es importante explicar a los niños que en nuestra casa se toman una serie de decisiones que pueden que no coincidan con las decisiones que se toman en otras casas, y que en este caso las comparaciones se tienen que escuchar en su justa medida. Me horroriza ver como niños a edades muy tempranas llevan móviles que ni sus padres llevan por lo que valen.

Pero, ¿Cuando se considera que el niño tiene la madurez suficiente para tener un teléfono móvil?
Hay muchas opiniones, pero la mía es que tienen que tener una cierta madurez no sólo para tener uno físicamente sino para saber el uso que darle y aunque pensemos que nuestros hijos tengan madurez suficiente, siempre tiene que haber unas herramientas de control para que no puedan acceder a contenidos inapropiados  para su edad.

La edad recomendada para que un niño tenga móvil es a los 15 años, pero la realidad que con el paso al instituto a los 12 años pensamos que esa es la edad para dejarles en su poder un aparato que tiene sus beneficios y también inconvenientes. Lo que sí hay que tener claro es que los niños menores de 12 años pueden jugar, ver contenido multimedia pero no es recomendable permitirles el acceso a las redes sociales.

Una vez tomada la decisión es fundamental tener en cuenta algunas  medidas preventivas.
  1.  LIMITAR: El uso de aparatos y pactar (con los adolescentes) el número de horas del uso. No debe ser superior a 1,5 o 2 horas entre semana, y los fines de semana puede aumentar, pero siempre estableciendo horarios.  Pero también es muy importante no dejarles jugar o acceder a la play si antes no han hecho sus responsabilidades como hacer deberes, prepararse la ropa del día siguiente, bolsa de deporte….En el caso de los menores se puede bloquear el acceso si se quedan solos en casa.
  2. LUGARES COMUNES: La ubicación de los ordenadores también hay que tenerlo en cuenta para poder tener un control de los contenidos sin tener que estar aislados en sus habitaciones.
  3. COMUNICACIÓN EN VIVO : Fomentar la comunicación y el diálogo dentro de casa  y fuera de ella.  Estrategias como tener una caja en la entrada para dejar los móviles  nos permitirá delimitar horarios y sitios del uso del móvil, no sólo a nuestros hijos sino también a nosotros mismos.  La tele en los momentos de las comidas  también restan calidad en la comunicación familiar.
  4. APRENDER A ABURRIRSE: El aburrimiento es un elemento maravilloso para potenciar la imaginación y aprender a gestionar el tiempo libre de una manera más responsable y creativa.
  5. CUIDADO CON EL SECRETISMO: No pasa nada por supervisar el uso que hacen nuestros hijos, a veces caemos en el dilema si será intromisión, pero como padres sabemos calibrar donde está el límite siendo necesario supervisar el uso que dan nuestros hijos y el grupo con el que se rodea. Es importante saber los sitios de internet por donde navegan, las personas con las que se comunica a través de las redes sociales o el grado de conocimientos que posee.
  6.  FIJAR OBJETIVOS PARA NAVEGAR: Evitaremos así que busquen cosas y curioseen sin tener claro qué es lo que realmente están buscando.
  7. INFORMAR: De los pros y los contras que tienen las nuevas tecnologías, enseñando a nuestros hijos la importancia de no facilitar  ni pedir direcciones, teléfono o cualquier tipo de datos que puedan identificarle, así como que nos avisen siempre que  un “amigo de chat” insista en solicitar información o datos personales.
  8. PENSAMIENTO CRÍTICO: Enseñar a nuestros hijos a ser críticos en cuanto a los contenidos, publicidad… les ayuda a tomar decisiones de manera más reflexiva y madura. Por ejemplo, si para mi hijo, con una edad de acceder a las redes sociales, es importante que antes observe qué es lo que le puede ofrecer y luego decidir qué es lo que quiere aportar, enseñar o exhibir.
  9.  SISTEMAS DE PROTECCIÓN: Evitando que accedan a contenidos inadecuados.
  10. RUTINA DIARIA: Primero las responsabilidades y luego el rato establecido para el uso de las tecnologías.
  11. FOMENTAR OTRAS ACTIVIDADES DE OCIO: Juego al aire libre, relaciones sociales, contacto con la naturaleza, actividades deportivas son algunas de las actividades imprescindibles que les ayuda a realizar otro tipo de ocio menos sedentario y aislado.
  12. DE DIA MEJOR QUE  DE NOCHE: Sin luz, la noción del tiempo disminuye, además de la importancia que tiene el descanso. Es importante evitar que se conecten por la noche a cualquier aparato electrónico. Usar despertadores de toda la vida evita que estén mirando el móvil por la noche rompiendo el sueño y la hora de ir a descansar, dejando el móvil fuera de la habitación.

Al igual que insisto en la importancia de conocer a su grupo de iguales, observar cómo se relacionan con los otros o saber dónde van y con quién van, también es importante poner mucha atención en el uso que le dan a las nuevas tecnologías evitando que puedan desarrollar una adicción de la que muchas veces los padres no nos damos cuenta.

Como siempre os digo... cualquier cuestión o duda, dejad vuestro comentario abajo o poneros en contacto conmigo a través del correo electrónico que encontrareis en el lateral izquierdo del blog.

Nos vemos en el siguiente post.

martes, 23 de abril de 2019

ADICCIONES TECNOLÓGICAS ¿QUÉ SON Y QUÉ PELIGROS CONLLEVAN?


Recuerdo cuando era pequeña que para saber alguna cosa tenía que ir a la enciclopedia, buscar el tomo y encontrar la palabra. Para comunicarme con alguien tenía que esperar a llegar a casa coger el teléfono fijo con un tiempo muy limitado de hablar puesto que la cuenta subía y  cuando tenía que pasar un trabajo tiraba de la máquina de escribir. Pero ahora  todo eso ha cambiado y vivimos en la era de la inmediatez donde coexisten  muchas ventajas pero también muchos peligros con graves consecuencias.

Es evidente que las nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) están teniendo un lugar destacado en nuestro día a día, puesto que las prestaciones y comodidades hacen que sea muy difícil renunciar a ellas. Es evidente que facilitan las tareas y además se obtienen respuestas rápidas y recompensas inmediatas.

En los posts anteriores he centrado la atención a las adicciones a sustancias pero creo importante dedicarle algunos de los escritos a las adicciones conductuales de las que tanto se está hablando últimamente por la cantidad de adolescentes que tienen este problema de adicción.  Pero en las dos hablamos del mismo concepto: “adicción”.

Esta se define como una actitud o conducta generada como consecuencia de una dependencia.
La adicción es el abuso habitual de una sustancia o actividad, independientemente de la voluntad, con resultados de dependencia.

Esta afecta al cerebro, y su finalidad es la de encontrar recompensa o alivio ya sea a través de sustancias o mediante determinadas conductas. La persona obtiene una sensación de bienestar y gratificación cuando realiza la actividad. Por el contrario cuando no la realiza, las sensaciones van a ser negativas causando estrés y ansiedad, potenciando aún más la adicción.

Es importante dejar claro que cualquier conducta placentera es susceptible de convertirse en adictiva, con lo cual cualquier niño o joven es vulnerable ante el riesgo que esto supone.

Este verano cuando estaba en el comedor de un hotel a la hora comer,  me di cuenta que había un 30% de los niños que estaban comiendo con el Ipad o el móvil delante. E incluso algún niño que cuando comenzaba a llorar, inmediatamente los padres utilizaban cualquier TIC para calmar a sus hijos, eran “chupetes” en forma de pantalla.

Pero, paremos un momento en esta escena. ¿Qué estamos enseñando a nuestros hijos desde pequeños? A que continuamente busquen el placer, la recompensa inmediata y por otro lado, cuando no lo tienen, ¿volvemos a utilizar las pantallas para calmar su dolor?
Entonces, ¿Qué estamos enseñando a nuestros hijos emocionalmente y conductualmente desde pequeños?

Una madre hace poco en la consulta me hablada de su hijo de 12 años que nada más llegar del colegio ya había planificado una partida al Fortnite con unos amigos y gente de otra ciudad a los que no conocía. La partida duró mucho tiempo y cuando se dieron cuenta no había hecho ni los deberes ni ninguna de sus responsabilidades. Esto se empezaba a repetir con más frecuencia, aumentando en número de horas los fines de semana. Las consecuencias fueron nefastas y ya cuando se dieron cuenta era difícil de parar sin hacer tratamiento.

Pablo (nombre ficticio) empezó a aislarse, a tener cambios de humor, su rendimiento escolar se vio afectado, se fue separando de su grupo de iguales, descuidó considerablemente sus responsabilidades e incluso su cuidado personal, hábitos de higiene y alimentación.

Pablo a través de los videojuegos tenía la posibilidad de moverse en un mundo irreal donde encontraba  una sensación de poder, ante un enemigo que podía vencer y cuanto más tiempo pasaba delante de la pantalla más  seguro se sentía. Pablo encontraba a través de las pantallas la oportunidad de mostrarse no como era sino como le gustaría ser. Tras una pantalla es más fácil, pero esto le estaba privando de socializarse, de madurar como persona, careciendo de recursos personales con un creciente aislamiento.

Desde muy pequeñito había vivido en contacto directo con las pantallas, sin limitaciones y sin conciencia de peligro por parte de sus padres.

Es un claro ejemplo de adicción, aislamiento, irritabilidad, cambios de humor.  Ansiedad, pérdida de control, impulsividad, baja tolerancia a la frustración, ausencia de límites…

Pero para que quede más claro me gustaría enumerar las consecuencias de las adicciones a las nuevas tecnologías:

1
Utilización de gran parte de su tiempo a las tecnologías digitales
2
Cambios negativos en el rendimiento y/o comportamiento escolar
3
Abandono de responsabilidades
4
Aislamiento tanto de su grupo de iguales como familia. Facilita relaciones sociales ficticias
5
Ansiedad, estrés
6
Ausencia de control de los impulsos
7
Cambios de humor, irritabilidad
8
Aumento del secretismo en cuanto a su comportamiento de uso con las tecnologías aumentando las mentiras
9
Acceso a información no apta a su edad con contenidos violentos, sexistas, ilegales….
10
Problemas de comunicación
11
Conflictos familiares y sociales
12
Disminución de la atención
13
Dejadez en cuanto a cuidados personales tanto en hábitos de higiene como de alimentación
14
Trastornos  del sueño
15
Aumento de gastos económicos por encima de sus posibilidades.
16
Exposición de datos personales

No son sólo las consecuencias, sino que en un inicio también las tenemos que considerar como señales, privarse del sueño, ir descuidando otras actividades importantes, tiempo ilimitado delante de una pantalla, mentir, aislarse…

Examinado este cuadrante ¿no merece la pena dedicar tiempo a la prevención?  porque si hay algo que no dejaré de repetir es que la prevención se hace desde la INFANCIA,  ya que  a veces  cuando llegan a la adolescencia ya llegamos tarde.

Pero, ¿Qué medidas preventivas podemos tomar desde casa? ….. os invito a mi próximo post que se centrará en esto.

Hace poco mi hija me dio un “toque de atención” cuando me dijo  una tarde “mami quieres dejar el móvil por favor”.  Desde entonces es muy posible que si por la tarde cuando estoy con mis hijos me mandáis un whassap, no os conteste.

Cualquier consulta no dudéis en escribir vuestros comentarios abajo.

Nos vemos en el próximos post.

Anais

jueves, 7 de marzo de 2019

LOS LADRONES DEL TIEMPO


¿Qué es lo único que poseemos las personas, y por consiguiente las madres y los padres, y que será imposible recuperar si lo perdemos o desperdiciamos? EL TIEMPO

Seguramente todos en algún momento habremos oído o dicho expresiones tales como “No llego, siempre voy tarde”, “el día no tiene suficientes horas”, “tengo muchas cosas que hacer y muy poco tiempo”, y así podríamos estar enumerando muchas más similares.

¿Sabemos de cuantas horas disponemos a lo largo de una semana? A priori, podría parecer que muy pocas por las cosas que realmente hacemos en comparación con la cantidad de ellas que tenemos/deseamos hacer. ¡¡¡¡Pero la realidad es que a lo largo de una semana podemos hacer uso de hasta 168 horas!!!!

Por eso unas de las expresiones que más fuerza está cobrando en la actualidad es la de “saber gestionar el tiempo” ya que no nos damos cuenta pero el tiempo es un recurso muy valioso y hemos de aprovecharlo de la forma más adecuada posible. Pero si miramos con atención la expresión, “saber gestionar el tiempo” podemos darnos cuenta que en el fondo es una expresión errónea ya que el tiempo es imposible gestionarlo, diez minutos siempre serán diez minutos y no podemos hacer que sean quince, por lo que lo único que podemos hacer es gestionar nuestra capacidad de atención para que esos diez minutos sean lo más productivos posible.

Entonces, ¿Qué es lo que sucede para que no seamos tan “productivos” a la hora de realizar nuestras tareas? Lo que sucede es que sin darnos cuenta estamos rodeados de los llamados ladrones del tiempo,  que podríamos definir como aquellas situaciones, personas o cosas que nos sacan de nuestro propósito y que nos provocan pequeños lapsos que si suceden de forma continuada pueden llegar a afectar de forma muy seria a nuestra productividad.

Existen muchas situaciones o personas que nos roban el tiempo, o quizás debamos decir, que nos roban la atención, pero la mayoría de las veces no es culpa de estas situaciones o personas, sino que es responsabilidad nuestra ya que somos nosotros mismos quienes damos la "autorización" a que nos la roben. Esto va a obligar a que necesitemos un tiempo extra en la realización de las tareas o compromisos, obligándonos a buscar ese tiempo de otros sitios, siendo normalmente a costa de nuestra familia, amigos y/o aficiones.

Hay dos tipos de ladrones del tiempo:
a) Externos: Son aquellos que no dependen de nosotros.
b) Internos: Son aquellos que sí dependen de nosotros.

Si bien existen ladrones del tiempo tanto en el ámbito laboral (reuniones innecesarias, llamadas telefónicas,.. ), como en el ámbito personal, nos vamos a centrar más en estas últimas ya que son aquellas que nos pueden distraer a la hora de realizar nuestras obligaciones como padres de niños/as en edad de crecimiento y/o adolescencia.
  1. Telefonía móvil: Sin lugar a dudas puede situarse en  el número uno de las distracciones gracias a las notificaciones recibidas, y está claro que el culpable tiene nombre propio. Hay un estudio en el que se informa que se llega a consultar una media de 4 veces por hora el teléfono móvil ¿De verdad tiene prioridad un pulgar hacia arriba o una cara amarilla con unos lagrimones sobre la sonrisa del pequeño de la casa?
  2.   Internet y Redes Sociales: Junto a la comprobación de las notificaciones de mensajería, está a la cabeza de las distracciones. ¿Cuántas veces llegamos a mirar la actualización de Facebook o de Instagram y más si hemos realizado una publicación? ¿Cuántas veces dejamos de hacer lo que estamos haciendo simplemente por el hecho de ver si tenemos un “like” más?¿Realmente es más importante un “like” que un “te quiero” de nuestros hijos?
  3. Aplazar tareas o procrastinar: “Esto si eso, ya lo haré luego” y ese “luego” seguramente será cuando tu hijo quiera jugar contigo o necesite la ayuda para realizar los deberes, perdiéndonos de esta manera aquellos momentos únicos que nos pueden ofrecer los pequeños.
  4. Interrupciones. Aparte del tiempo en sí que se pierde, luego debemos retomar la tarea por donde la habíamos dejado. Quizás no necesitamos tener la televisión encendida y ver los goles de nuestro equipo por quinta vez mientras nuestro hijo nos enseña el dibujo que ha hecho con la mayor ilusión del mundo y le contestamos con un simple “aha, que bonito”.
  5. No saber decir que NO: Aceptar peticiones que en el fondo no aportan nada y que únicamente decimos que sí por el hecho de ser aceptados por la gente, puede llegar a hacernos perder muchísimo tiempo.
  6.  Multitareas: Querer hacer todo a la vez acaba dando como resultado no hacer nada. Por eso es importante realizar primero una tarea, y cuando se haya acabado, realizar la siguiente. El problema de tener multitareas lo encontramos en la falta de organización.
  7. Mala organización personal: Se puede llegar a perder muchísimo tiempo decidiendo qué es lo que se va a hacer cómo. Dedicar cada día un rato a organizar las tareas, además de hacernos aprovechar más el tiempo, nos va a dar la sensación de tener las cosas bajo control.

Si no fomentamos la comunicación y la atención cuando son pequeños no podemos pretender que nos hagan caso cuando hayan crecido.

¿CÓMO COMBATIR A LOS LADRONES DEL TIEMPO?
Una vez ya sabemos qué y cuales son algunos de los posibles ladrones de nuestro tiempo, vamos a buscar algunas claves para poder estar un paso por delante de ellos y así no despistarnos y optimizar nuestro tiempo al máximo.
  •  Identificarlos: Lo más importante de todo es parar unos instantes y ser consciente de todo aquello que nos rodea y que nos distrae de las cosas realmente importantes y ponerle remedio. Por ejemplo, si somos conscientes que estamos excesivamente pendientes de los mensajes, desconectarlo mientras estemos realizando otras tareas. Si alguien tiene algo realmente importante que decirnos ¿Qué es lo que hará? Llamará y no mandará un mensaje, por lo que cualquier mensaje puede esperar una o dos horas.
  • Usar internet de forma racional: Establecer unos horarios para el uso de la telefonía móvil y de la electrónica, apagando la televisión, estableciendo límites para los videojuegos, internet o redes sociales.
  • Planificar: Organizarse y planificar puede llegar a ser una tarea fundamental y una tarea clave. Hacer un pequeño listado de las tareas a realizar a lo largo del día con sus horarios aproximados, puede ser de una grandísima ayuda.
  • Evitar el excesivo perfeccionismo: Muchas veces cuando realizamos una tarea y la finalizamos, somos capaces de repetirla varias veces más por el simple hecho de mejorar una situación que seguramente ya se encontraba más que bien. De esta manera, estamos desaprovechando un tiempo precioso para dedicarlo a otras tareas que requieran más atención.
  • Potenciar la inteligencia emocional: Aprender a gestionar aquellos sentimientos que generan emociones negativas: Sentimientos de culpa, miedo, ansiedad,... que no aportan valor ninguno y que de no cortarse a tiempo pueden llegar a ser unos grandes ladrones del tiempo.

Hemos de ser conscientes que los ladrones del tiempo se encuentran entre nosotros formando parte de nuestras vidas y que depende de nosotros el saber gestionarlos y controlarlos para usarlos en nuestro beneficio.

“El tiempo es una de las pocas cosas importantes que nos quedan”
Salvador Dalí


lunes, 14 de enero de 2019

EL TIEMPO CONSCIENTE: JULIÁN, UN CASO REAL


¿Esta situación de riesgo le podría pasar a nuestros hijos/as? Sí, por supuesto que sí.
Este post  tiene como objetivo principal concienciar por un lado de la importancia de estar presentes en el proceso evolutivo de nuestros hijos/as y por otro lado la importancia de pasar tiempo con ellos/as ya que es la mejor inversión a largo plazo que se puede hacer.

Un caso real: Cuando los padres de Julián (nombre ficticio) vinieron a la consulta por primera vez  lo hicieron en un momento donde la situación en casa era desesperante. Los padres habían perdido toda credibilidad y respeto por parte de su hijo mayor. Julián no ha nacido en un barrio desfavorecido, ni ha crecido en un ambiente familiar desestructurado, tampoco ha tenido ausencia de límites, ni exceso de protección... Julián ha crecido en un ambiente "normal".

Julián: Desde que era muy pequeño siempre había sido un buen estudiante en su colegio del barrio alto de Barcelona donde también podía seguir estudiando hasta llegar a la Universidad, con los compañeros con los que había crecido desde pequeño.
Tiene una hermana 2 años menor con la que se lleva bien y sus padres, los dos médicos, trabajan turnos largos, alternando con guardias tanto nocturnas como de fines de semana. Julián siempre estaba acompañando por sus abuelos o por otra persona a su cuidado.

Cuando cambió de ciclo a la edad de 12 años había varios niños repetidores y algún niño nuevo con los que empezó a pasar más tiempo, se lo pasaba muy bien con ellos ya que la novedad le atraía. Alguno de ellos ya empezaba a fumar e incluso ya habían tenido su primer contacto con los porros. Julián en este sentido estaba bastante desinformado, en casa apenas se había hablado del tema puesto que la manera de comportarse había sido siempre muy infantil y un tanto inmaduro. Poco a poco, estos nuevos amigos fueron tomando fuerza y pasando más tiempo con ellos, dejando de lado a sus amigos de toda la vida. Estos nuevos amigos le aportaban valores nuevos. Por otro lado, sus padres no tenían constancia de estas nuevas amistades, en casa no se hablaba de estos temas, ni siquiera se daban cuenta que ya hacía tiempo que su hijo no iba a ningún cumpleaños de sus antiguos amigos a los que antes siempre estaba invitado a todos.

A los 15 años, Julián empieza a priorizar el pasárselo bien frente a su parte de ser más responsable. Al salir del colegio ya no se iba directo a casa sino que quedarse un rato en el parque de en frente era mucho más divertido y allí empieza a darle sus primeras caladas a un cigarro.  Esto le aportaba identidad, reconocimiento y aprobación por parte de sus nuevos "colegas".  Poco a poco estas pequeñas caladas a un simple cigarro se convirtieron en unas cuantas caladas a un porro.

Una madre de uno de sus amigos de toda la vida informa a Carmen, la madre de Julián, que su hijo fumaba porros, reaccionando a la defensiva y con una rotunda negación. No aceptaba que alguien le estuviera diciendo algo malo de su hijo, que estaba muy lejos de lo que ella consideraba la realidad. Su respuesta fue instantánea: “¿mi hijo? No creo”. Este tema se pasó por alto en casa, nunca sus padres sacaron el tema ni le preguntaron a Julián si esto podía ser verdad.

En casa todo era normal hasta que las notas empiezan a no ser tan buenas y se empieza a ver un   cambio de actitud en el colegio.  Desde el colegio se informa a los padres de los últimos acontecimientos. No daban crédito a lo que desde el colegio se les estaba diciendo de su hijo, negando evidencias y datos objetivos, ya que la actitud de Julián en casa era la misma de siempre, "un niño bueno".  Aún así, tanto desde el colegio como desde casa le empiezan a poner límites serios y contundentes. Julián esta presión no la soporta aumentando el consumo de porros sobre todo por las tardes antes de ir a casa y antes de dormir ya que le "ayudaba" a no pensar en sus problemas, a evadirse de ellos  y con la creencia que podía dormir mejor.

Julián empieza a salir los fines de semana cumpliendo con los horarios, ante el desconocimiento de sus padres de dónde iba y con quién. Los padres continuaban pensando que salía con su grupo de siempre y que no hacía nada malo. Julián empieza a beber e incluso de manera descontrolada, fuma todos los días utilizando el dinero de la semana  para comprar tabaco y para comprar hachís.

Los padres no le dan una paga semanal y Julián pide dinero todos los días y los fines de semana más, sin que sus padres lleven ningún tipo de control del dinero que gasta ni la responsabilidad que esto supone por parte de Julián.

Un día llega una multa a casa por consumo de sustancias en vía pública. Esto es lo que da la voz de alerta ante la realidad de la situación, porque en ningún momento antes los padres habían sospechado que Julián llevaba tiempo realizando prácticas de riego y con un nuevo grupo de "colegas".

La manera de reaccionar de los padres fue una vez más de la negación, pagan ellos la multa y creen a Julián cuando les dice que él no era quien estaba fumando, sino uno de sus amigos a quien echa la culpa.

La cosa fue empeorando cuando los cambios de humor cada vez son más visibles en casa, las notas dejan de ser favorables y los horarios en casa dejan de ser respetados. Tanto es así que Julián hay algún día que no va a dormir a casa. A partir de ahí el cambio en Julián es drástico, los consumos aumentan, los fines de semana empieza a consumir otras sustancias que van en aumento. Empieza a "trapichear" para tener dinero puesto que en su casa le dejan de dar dinero...

Pablo y Carmen: Cuando llegan a la consulta lo hacen de una manera desesperada y con una gran carga emocional; un elevado sentimiento de culpa y donde aparecen preguntas como  “¿Qué no hemos hecho bien si a mi hijo nunca le ha faltado de nada?”. Emitiendo juicios "¡que tontos hemos sido!", "¿cómo no lo hemos visto?". Sentimientos de fracaso "¡que mal lo hemos hecho como padres!" Sentimiento de pérdida de tiempo "mientras nosotros trabajábamos Julián ha ido creciendo"......

Era verdad, mientras ellos trabajaban Julián iba creciendo, pasando por diferentes etapas en la que los padres no habían estado atentos, confiados en que a los demás sí les pueden pasar cosas o "portarse mal", pero su hijo no ya que él era diferente, sin llegar a pensar que Julián es igual de vulnerable que los otros niños de su edad y que en ciertos momentos de su vida se puede encontrar con situaciones de riesgo en las que van a tener que tomar decisiones y actuar.
Sus padres siempre le veían como un niño, dejando de lado la realidad, y la realidad es que Julián se iba haciendo mayor, con nuevas inquietudes, con nuevos amigos y con ganas de experimentar.

Pablo y Carmen invertían la mayor parte del tiempo en el trabajo y sólo un porcentaje muy limitado de horas a sus hijos. Las horas que podían estar con sus hijos eran horas compartidas con otras tareas, en definitiva, los espacios de calidad y de comunicación escaseaban en casa, tan solo en los periodos vacacionales donde la familia coincidía 15 días.

La realidad: Como padres no debemos dejar de lado la realidad o confiar en que nuestros hijos no se van a encontrar con situaciones de riesgo en los que ellos por sí solos van a tener que tomar decisiones sin que nosotros estemos para decidir por ellos. Negar evidencias, lo único que hace es sobreproteger a los niños/as y esto desde la parte educativa es una de las limitaciones más grandes que hay a la hora de que nuestros hijos crezcan de una manera autónoma y responsable.

Por eso cabe insistir en que la prevención no es estar en constante vigilancia pero sí mantenernos en alerta. Estar atentos a aquellas pequeñas cosas que van apareciendo en su día a día y nos ayudan a detectar posibles conflictos que han de resolver ellos pero en un principio tiene que ser de una manera guiada para cuando llegue el momento, lo puedan hacer ellos de una  manera autónoma, evitando riesgos. No se trata de dar el mensaje de NO fumes, porque eso será su decisión, sino de informar de las consecuencias, que sea él quien decida y no porque los demás lo hagan.

No se trata de espiar, perseguir ni controlar  pero sí ver y estar informados. Como padres, sí tenemos que saber donde están y con quien están, saber qué tipo de uso le están dando a las redes sociales. Claro que llega un momento que no se les puede acompañar a la puerta del instituto pero sí es importante saber qué pasa en la puerta del instituto. Comunicarnos con ellos y detectar cosas que les están pasando es intentar ir de manera paralela a ellos/as en su educación porque llega un momentos que nos adelantan, a veces sin control. Se trata de seguir en paralelo, a su lado y esto se llama tiempo de calidad con ellos/as.

La realidad es que cada vez es más temprana la edad de inicio del consumo de drogas y  que entre los compañeros de clase puede haber alguno que ya se haya iniciado en el consumo. Y la otra realidad es que a veces no estamos preparamos para cuando llegan a la adolescencia y  que además tenemos poco tiempo para pasar con ellos y el que tenemos muchas veces no es de calidad porque estamos haciendo varias cosas a la vez.

Con todo esto, ¿Qué podemos hacer? A mí me entristece mucho cuando veo fotos de mis hijos cuando eran bebés y apenas me acuerdo de cuando eran así, es como si esa etapa no la hubiera vivido. Y eso es lo que pasa, la vivimos... pero a medias.
Dedicar tiempo a nuestros hijos no sólo es totalmente necesario sino que además es maravilloso. Detectar sus dificultades, ver como resuelven los conflictos, cómo y con quién se relacionan son aspectos donde los padres tenemos que estar de manera presente y consciente.

Dotar a nuestros hijos de una personalidad fuerte desde que son pequeños para que puedan detectar aquello que les pueda hacer daño y que puedan guardar distancia de ello es tarea de los padres y madres. La importancia de que crean en ellos, que aprendan a elegir, seleccionar y también no sólo ponerles límites sino que ellos también  los sepan poner.

Aprender a parar, a saber decir NO o decir sí, pero cuando realmente quieran y lo decidan. Aprender a tomar decisiones de manera reflexiva y no impulsiva son aspectos educativos imprescindibles para una buena prevención.

Y esto se llama tiempo, tiempo con ellos, tiempo de calidad, donde la comunicación debe ser la primera herramienta. Pablo y Carmen dedicaban muchas horas a trabajar para que a sus hijos nunca les faltara nada pero apenas pasaban tiempo con ellos.

La realidad es que no debemos  ponernos una venda en los ojos y pensar que nuestros hijos no son vulnerables a cualquier situación.

La realidad es el presente y esto implica pasar tiempo con ellos/as de manera consciente.

La realidad es que hay que estar. Y para estar, hemos de detectar y evitar a toda costa cuales son nuestros ladrones del tiempo. Pero eso es algo que os invito a leer en el siguiente post.

Los momentos presentes, son momentos extraordinarios