lunes, 1 de noviembre de 2021

SÍ, PERO.....



Hace un tiempo tuve una conversación en la calle con una madre que hizo que se me dispararan todas las alarmas, digo dispararme las alarmas porque como madre me hago muchas preguntas en cuanto si personalmente lo estaría haciendo con mis hijos.

La conversación surgió después de mucho tiempo sin vernos porque había cambiado a su hija de colegio. Tras los saludos se me ocurrió alagar la belleza de la niña puesto que había pegado un gran estirón y había dado un gran cambio físico.

¡¡Qué guapa estás!!

Sí, sí. Está muy guapa PERO con un pavo encima….

  Pues yo te veo muy guapa (dirigiéndome a la niña)

Sí, sí PERO está de un desobediente- volvió a responder la madre

¡Seguro que sigue sacando buenas notas!

Sí, sí muy buenas notas PERO en matemáticas ha sacado la peor nota .

PERO, PERO, PERO……¡¡BASTA!! Pensaba por mis adentros.

No voy a seguir con la conversación porque cosa que decía había un pero que anulaba por completo aquello bueno que destacaba de su hija, sin además dejar espacio a que respondiera la verdadera protagonista de la historia.

Seamos conscientes de como usamos los adverbios. Hace un tiempo escribí un artículo que hablaba de la palabra “cuando" y que tuvo una gran acogida, una palabra muy positiva y educativa. En esta ocasión he querido dedicar otro artículo íntegro a otro adverbio por el daño que puede hacer en la educación de nuestros hijos.

Incluso a veces lo utilizamos de manera escondida, es decir, no lo pronunciamos, sino que con nuestros gestos y/o reacciones también somos capaces de cargarnos la mejor versión de nuestros hijos. Os pondré un ejemplo real para verlo más claro.

Hace poco vino una pareja a la consulta, y tras indagar un poco en como ponían límites y reforzaban lo positivo de su hijo, el padre me contaba que para potenciar o “reforzar” lo mejor de su hijo en el deporte le daba 5 euros por cada gol que metiera (esta era su paga de la semana) y mi pregunta es: “Y ¿si no mete un gol?”.  Es decir, que sólo premiaba si era bueno, PERO en ningún momento premiaba el esfuerzo que no es sólo de un partido sino de todos los entrenos de entre semana: “¡Eres bueno PERO no lo suficiente!”. A la larga las consecuencias de este “refuerzo positivo” que consideraba el padre, se convirtió en una gran desmotivación del niño, abandonando la actividad que inicialmente tanto le motivaba y lo que es peor, dañando a su autoestima.

Si buscamos la palabra “pero” en el diccionario lo explica claramente: “Para contraponer un concepto afirmativo a otro negativo”; “defecto u objeción”; “principio de cláusula para dar énfasis o fuerza de expresión a lo que se dice”.

El uso de las palabras es básico en la educación, las palabras se pueden interpretar mal pero también se pueden decir mal, y a veces es mejor saber estar en silencio, no digo callados, sino en silencio, sabiendo parar cuando nos dirijamos a alguien, en este caso a nuestros hijos, saber parar en un refuerzo positivo, siendo conscientes que lo que escuchan de nosotros es lo que vemos de ellos. Miremos los actos en su conjunto obviando los pequeños detalles que anulan lo bellos que son y reforcemos todo lo que valen y todo lo que son capaces de hacer después de haberse equivocado tantas veces como sea necesario.

Como siempre digo, espero que mis artículos que sirvan de reflexión, de toma de conciencia.

¡No dudéis en dejarme esos menajes y preguntas tan interesantes que me hacéis!

martes, 8 de junio de 2021

EL PODER DE LAS PALABRAS


Antes de empezar con este nuevo artículo os invito a hacer un alto en el camino para dedicarle dos minutos  a este video donde entrevistan a Javier Giner y así luego hacer la siguiente pregunta: "Si tuvo tanto efecto en un adulto, ¿imaginas el poder tan maravilloso que puede tener desde que son pequeños?"

El principal objetivo de todos mis escritos es transmitir un mensaje claro y contundente, hay que empezar la prevención en la infancia. Uno de los aspectos preventivos a tener en cuenta es la autoestima. Todos sabemos lo que significa, pero pocas veces hablamos del significado de otra palabra que solemos confundir con esta y es el de autoconcepto. Veamos la definición:

Básicamente, autoconcepto es el conjunto de ideas y creencias que constituyen la imagen mental de lo que somos según nosotros mismos. La autoestima, en cambio, es el componente emocional que está vinculado al autoconcepto, y por lo tanto no puede ser diseccionada en palabras, porque es algo totalmente subjetivo.

No se trata de regalarles los oídos constantemente, sino que desde pequeños no empiecen a oír que hay palabras que no son válidas, que no sirven, por que generan miedos a los que se le da demasiando valor, un exceso de pensamientos negativos que se pueden convertir en jaulas y no a todos los pensamientos hay que hacerles caso.

No hace mucho viví una escena con mi hijo en una piscina, decidió que se iba a tirar desde un tobogán acuático gigante, un tanto alto desde mi perspectiva. En todo momento sin escuchar mis miedos a lo que podía suceder, le animé, ya que había sido una decisión suya. Cuando llegó arriba, toda la confianza en él mismo que parecía tener inicialmente se vino a bajo al comprobar que le daba miedo y que no se veía capaz de hacerlo. Todo el mundo desde abajo le animaba con mensajes positivos de “tú puedes”, “que eres muy valiente”. No pudo tirarse.

Cuando bajó se sintió frustrado y sus pensamientos giraban en torno a “no soy valiente”. Tras dejar pasar aquello que estaba sintiendo, pudimos hablar y se dio cuenta que no en todos los momentos se puede ser valiente, que se puede tener miedo y que no pasa nada. Tomó una decisión, ese día no se iba a tirar pero que lo volvería a intentar.

El autoconcepto que tenía mi hijo de sí mismo era de una personal débil y nada valiente, además se comparaba con los demás niños cosa que acuciaba aún más su propia valoración. Si mi hijo hubiera seguido escuchando esos pensamientos que tenía sobre él, ni siquiera lo hubiera vuelto a intentar. El que no se atreva a hacer algo en un momento determinado no significa que no sea capaz de hacerlo.

Por esto, es necesario que desde pequeños palabras como “NO PUEDO”, “NO SOY CAPAZ” “NO VALGO PARA ESTO” entren en el saco de lo que yo llamo "lenguaje no admisible”, es decir, no tienen lugar. Se deben sustituir por expresiones como “ME CUESTA” o “ME RESULTA DIFICIL” que sientan más las bases a la realidad que en esos momentos se está viviendo y sintiendo, pero en ningún momento bloqueando las intenciones de intentar las cosas aunque no salgan. Como solemos decir en casa "las cosas también se pueden hacer con miedo".

Si obviamos esta parte educativa, corremos el riesgo que nuestros hijos abandonen, no terminen las cosas, se frustren demasiado rápido o incluso ni siquiera lo intenten por miedo al fracaso. Dotar a nuestros hijos desde pequeños de un sano concepto sobre sí mismos les ayuda a crecer con una mente más sana, sabiendo identificar pensamientos y pudiendo transformarlos en más positivos.

Me encanta escuchar a mi hijo cuando va hacer algo que le da miedo, decirlo en alto, “mamá tengo miedo”, simplemente le acompaño estando o emitiendo una pregunta tan sencilla como ¿y qué puedes hacer? Él busca respuestas, pero sabe que lo que ya no sirve es decir “NO SOY CAPAZ DE HACER ALGO”.

Efectivamente mi hijo no tardó mucho en tirarse desde el tobogán más alto!


P.D. Puedes ver la entrevista completa a Javier Giner en el programa Punts de Vista  de La2 emitida el día 02/05/2021 pinchando en el enlace al pie del video.