Qué
he aprendido en el proceso de rehabilitación de drogadicción y alcoholismo de mi
hijo:
Ahora
sé y soy consciente que he vivido y sufrido mucho durante los últimos años de
mi vida inmersa en unas situaciones difíciles provocadas por el consumo de
drogas y alcohol de mi hijo.
Justo
entrando en su adolescencia detecté que empezaba a fumar porros, mentía, robaba
pequeñas cantidades de dinero, … y decidí pedir ayuda externa pues no sabía
cómo gestionar lo que estaba pasando.
Busqué
la ayuda de dos psicólogos pero mi hijo no aceptó la ayuda. No hacía caso de lo
que le sugerían hacer, no escuchaba ni quería o sabía aplicar los consejos y
acciones que se le indicaba que tenía que seguir para reconducir sus acciones y
acabar con sus comportamientos de consumo, mentira, robos,…..
Ahora
pienso y sé que en aquel momento él no era capaz de reconocer que le pasaba y
ello le llevo y nos llevó poco a poco y durante esos años a “grandes,
grandiosos, inmensos problemas”.
Ahora sé y he aprendido, a partir del tratamiento que ha hecho mi
hijo y de las conversaciones con los profesionales que le han tratado:
Que en los primeros e
importantísimos momentos de detección de contacto de tu hijo con las drogas, aparte
de buscar ayuda externa, que sí puede ser útil, en casa tenía que haberle
puesto muchos más límites y responsabilidades.
Que tenía que haberle
demostrado con hechos que hay que pagar las consecuencias de los actos en que
se daña a cosas, personas.
Que cuando se incumple con
tareas a realizar y con pactos llegados después de hablar y conversar hay que
pagar consecuencias como castigos, multas, no ir a una excursión, a un viaje, pagar pequeñas cantidades de sus
ahorros,……
Ahora sé y he aprendido, que yo puse todas mis energías en que
alguien me solucionara el problema desde fuera y resulta que la solución no estaba
solo fuera de casa sino también dentro.
Ahora sé, y he aprendido que aunque los primeros profesionales
sugirieron que parte de la solución estaba en mis manos había dos aspectos igual
de importantes que yo no vi o no consideré:
(1)
El psicológico: el porqué del
consumo y ahí sí que ahora sé, que hace falta un buen profesional para que la
persona pueda comprender y entender porque consume y
(2)
Las consecuencias: el pagar y responsabilizarse de lo que supone
mentir, no seguir el tratamiento, ….. y ahora sé que aquí yo fallé.
Mi solución, ahora sé que equivocada, fue protegerlo en exceso.
Yo intuía que él consumía porque había alguna cosa que le hacía
sufrir y no sabía que era y quizás él tampoco.
Llegué a la conclusión de él que intentaba estar al nivel de sus hermanos,
primos, amigos, …que eran buenos estudiantes y tenían buen comportamiento y como
no lo conseguía y ello le hacía sufrir y su solución era consumir.
Y yo, como madre, no quería que sufriera y le intentaba “ayudar”
justificando, asumiendo consecuencias yo misma. Y así pagué multas, le excusé
delante de maestros, profesores y familiares, arreglé cosas rotas de casa, etc.…..
Ahora sé, que cuanto antes una persona asume las consecuencias y se
responsabiliza de sus actos antes aprende que hay que actuar correctamente para
no tener que asumir consecuencias más graves posteriores como le acabó pasando a
mi hijo.
Ahora sé, que hablé y tuve muchas
conversaciones con mi hijo que quedaron en saco roto. Llegábamos a pactos que
él no cumplía y por tanto no mejoraba su comportamiento de consumo y que yo tenía
que haberle puesto más consecuencias por incumplimiento.
En casa le hablábamos de que no entendíamos el porqué de su consumo y
comportamiento puesto que en apariencia y externamente él gozaba de buena salud
física e intelectual y no tenía motivos aparentes para necesitar consumir para
ser feliz o estar bien emocionalmente.
Ahora sé, y he aprendido que, como siempre se ha dicho, las
apariencias engañan, pues en una persona puede parecer que todo está bien, pero
no es así y el consumo de drogas le puede servir para sobrellevar un problema
interior que solo un profesional le puede ayudar, si la persona quiere y se
deja, intentar solucionar.
Ahora sé, y he aprendido que investigar y rebuscar entre sus cosas
no sirve de nada pues lo que sirve es ir al fondo del problema y confrontar con
mi hijo lo que yo sospechaba.
Ahora sé, que esos esfuerzos e invasión de la intimidad no sirven de
nada porqué la única forma de hacer reaccionar a una persona es desde los dos
aspectos que ya he dicho anteriormente: tratamiento psicológico –profesional- y
asunción de consecuencias y responsabilizarse desde la primera infancia.
Ahora sé, y he aprendido, que
si un hijo sufre por algo, yo como madre le tenía y le tengo que acompañar pero el sufrimiento lo tiene que
sufrir y padecer él, no yo, porque sino no le dejo crecer ni aprender a
responsabilizarse de sus actos y ello le lleva a no corregir, no interiorizar y
no solucionar el problema.
Crecer y madurar implica tanto momentos de felicidad como momentos
de sufrimiento y responsabilizarse desde
la más tierna infancia y ahora sé, que protegiendo tanto a mi hijo no le dejé
crecer y a la larga lo pagó muy caro.
Amor y protección, sí y mucho, pero también responsabilidad y
consecuencias des del minuto uno, des del mismo nacimiento, los primeros días,
meses, años y así para siempre.
Mi
familia y yo nunca dimitimos en intentar ayudar a mi hijo y le fuimos, durante
esos años en que ya iba dejando la primera adolescencia e iba entrando en la
juventud en el instituto –bachillerato y después en la universidad proponiendo,
aconsejando, sugiriendo, reclamando, gritando –desde el corazón-, hablando
mucho con él, …. Que tenía que poner fin al consumo de porros y no sabíamos si
otras sustancias y que debía hacer terapia para saber porque necesitaba
drogarse.
Ahora sé y he aprendido, que ni los estudios ni el deporte, mi hijo
es un buen deportista, ni alejar a la persona consumidora de su lugar habitual
de residencia, ni un viaje, …. son la solución al consumo de drogas y alcohol,
yo creía que podían ser una solución pero, se puede ser un buen deportista y
estudiante, viajar, vivir lejos de casa, …. y seguir consumiendo.
Ahora sé y he aprendido, que facilitar a ese hijo, ya mayor de edad, la capacidad económica de poder estudiar,
tener un coche , vivir en un piso de estudiantes, ingresarle dinero para sus
gastos, pagar sus multas, lavarle la ropa, hacerle la comida ….. no le ha
ayudado en nada, más bien le ha perjudicado, y eso es muy doloroso, porqué eso
claramente, era que él no asumía las consecuencias de sus actos y así, sin
querer, queriendo ayudarle, le perjudiqué y mucho porqué cada vez que se iba
hundiendo salía yo y le reflotaba y así casi le pierdo. Era yo quien sufría las
consecuencias de sus actos y no él y eso no debe ser así, cada uno debe llevar
su carga.
Ahora sé, que debo quitarme las cargas que no son mías, no sólo las
de mi hijo sino las muchas con las que me ido cargando de otras personas
allegadas.
Las madres, en general, tenemos tendencia, por cultura, a cargar con
mochilas muy pesadas. Yo estoy aprendiendo a descargar mi mochila, en especial
y muy consciente lo que llevo en la mía de mi hijo que es suyo y que tiene que
cargar él porque es bueno para él que lleve su mochila con todo lo suyo.
A
veces tiene que pasar una situación muy grave para que una familia se vea en la
situación de casi obligar a un familiar a iniciar un tratamiento para
rehabilitarse y tratar su adicción pero si la decisión no es del adicto puede
que la persona lo acabe dejando y esto paso con mi hijo.
En
un momento, mi familia y yo empezamos a ver, que quizás ya estábamos en el
camino de la solución, pero, otra vez, acabó dejando el tratamiento y,
evidentemente, como su problema no estaba reconocido volvió al consumo de
drogas y alcohol y vinieron más problemas y más grandes de los cuales no hace
falta entrar en detalles.
Al
final hubo un problema muy, muy, muy grave que finalmente, le hizo ver que
necesitaba esa ayuda y tratamientos que se le habían propuesto desde hacía
mucho tiempo.
Finalmente,
mi hijo ha hecho y está haciendo un buen proceso de rehabilitación porque ha
sido él quien ha reconocido su problema y se ha dejado ayudar y ha puesto y
está poniendo de su parte todo para salir adelante y vivir, vivir, vivir, … y
renacer como una persona nueva fuera de la adicción.
Ahora sé que no soy la única madre que está y ha estado en la misma
situación. Sé que hay otras muchas madres y padres que, en silencio, sufren por
las adicciones de sus hijos.
He estado y compartido con ellos y ellas lo que me está pasando. En
las reuniones de familiares, nos hemos acompañado en este difícil camino de la
rehabilitación de un hijo.
Hemos compartido y aprendido que para salir adelante hace falta
hablar y acompañarse de iguales, acompañarse de personas que están en
situaciones similares.
Ahora sé y he aprendido que en comunidad y apoyándonos y rodeados de
magníficos profesionales cada hijo / hija, dentro de sus posibilidades, puede
salir adelante, puede rehabilitarse y empezar una nueva vida para él y su familia.
Ahora sé y he aprendido que cuando en una familia hay un adicto,
toda la familia sufre muchísimo y también sé, he aprendido y vivido que para
que un miembro de la familia se cure todos tienen que apoyar, aceptar y ayudar
aunque cueste muchísimo sobretodo aceptar el hecho de tener un familiar que es
un adicto puesto que socialmente no se puede hablar abiertamente de ello.
Ahora sé y he aprendido que detrás de la oscuridad hay luz y que después
de mucho sufrimiento y esfuerzo por parte de todos los miembros de mi familia,
la situación puede cambiar completamente y eso ha pasado en mi familia.
Ahora tengo un hijo que está viviendo su nueva vida fuera del
consumo y la adicción.
En mi caso, ahora parece que todo está bien, que estamos en el buen
camino pero sé y he aprendido que tengo que seguir, como siempre, apoyando a mi
hijo como cualquier madre apoya al suyo. Pero sé, y he aprendido que él debe
hacer su camino de felicidad y sufrimiento y yo el mío y que él, como yo, como
cualquiera, debe asumir y responsabilizarse de sus actos.
Dedico este escrito a los
profesionales, en especial a Anais, que tanto han ayudado a la rehabilitación
de mi hijo, a mi familia extensa y amigos, por el apoyo recibido en unos momentos muy duros de mi
vida y a mi hijo por haber escogido trabajar para vivir una vida nueva fuera de
la adicción.
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