lunes, 26 de noviembre de 2018

AUTONOMIA Y RESPONSABILIDAD: PUNTOS IMPORTANTES PARA LA PREVENCIÓN


Hace poco vino a la consulta una madre que estaba cansada de pagar las numerosas multas de moto de su hijo. Yo le pregunté que por qué las pagaba ella a lo que me respondió que si no lo hacía, su hijo se quedaría sin la moto. Mi siguiente pregunta fue: "Y...? Que pasaría si se quedara sin moto?"

Nada... no pasaría nada, o mejor dicho, pasaría mucho. Por un lado Juan (nombre ficticio) aprendería que sus actos tienen consecuencias y su madre también aprendería a no resolver constantemente los conflictos y decisiones de su hijo, ayudando a que sea consciente de sus propias acciones y decisiones junto a las consecuencias que tienen estas.

Pero hablamos de este tipo de conductas cuando desde pequeños no se les ha educado para ser autónomos y responsables. Indagando un poco más, Juan no hace su cama ni su habitación, no se preparaba la ropa del día siguiente, no saca la basura y no tiene  ninguna tarea asignada en casa, no tiene una paga semanal que le permita ahorrar y hacerse cargo de sus "caprichos"..., en definitiva un niño irresponsable, poco autónomo y a la larga inseguro.

Hay que tener en cuenta que la autonomía comienza por responsabilidad. La autonomía permite a los niños/as ser ellos mismos a tener sus propios pensamientos, sentimientos y deseos, alejándolos de la dependencia de los demás para sentirse bien. La toma de decisiones es básica en la prevención del consumo de drogas  puesto que acerca o aleja a los adolescentes de las conductas y prácticas  de riesgo. Aprender a tomar decisiones les ayudará a resolver sus necesidades y las de los demás.

Es importante fomentar la autonomía en todos los aspectos de la vida de nuestros hijos: en cuanto a hábitos, interacciones sociales, desarrollo intelectual, ocio y responsabilidad.

La responsabilidad se va adquiriendo a lo largo de la vida como un valor por lo que es bueno inculcarla desde que son pequeños. Esta se va adquiriendo y desarrollando poco a poco y por etapas de edad. También hay que tener en cuenta que depende de cada persona, el contexto y el ambiente que rodea a cada niño, donde la familia juega un papel fundamental.

Pero como podemos ayudar a nuestros hijos/as a ser más autónomos y responsables?

1. Asignar tareas domésticas desde que son pequeños incrementando su grado de dificultad a medida que van creciendo (esta tabla de la gran Montessori es una guía muy práctica de tareas por grupos de edad).



2. Fomentar los beneficios que se obtienen por medio de la responsabilidad, pero también las consecuencias que conlleva la irresponsabilidad. Es importante dejar a los niños/as experimentar las consecuencias de una elección equivocada o compromisos no terminados. Este aprendizaje les ayudará a ser más reflexivos valorando los pros y los contras de futuras decisiones.

3. Enseñar a que se valoren a sí mismos/as y a enfrentarse a dificultades. ¿De que sirve enseñarles a resolver problemas de matemáticas si cuando vamos al "super" no les dejamos comprar o pagar la compra?

4. Enseñar a tomar decisiones, evidentemente eso se va adquiriendo con la edad pero de pequeños ya podemos ayudarles a hacer pequeñas elecciones "¿que te quieres poner la chaqueta roja o verde?". La indecisión es una forma de irresponsabilidad. Es dejar la carga a otros sin tener que asumir aquello que corresponde a cada uno/a.

5. Mostrar interés por lo que hacen y estar disponibles para dar apoyo cuando sea necesario. De esta manera se sienten más seguros y les hará tener más confianza para explorar cosas nuevas.

6. Valorar el esfuerzo ya que ayuda no sólo a cambiar la conducta sino a mantenerla. Uno de los padres que vino a la consulta iba con su hijo a los partidos de fútbol y le premiaba con 5 euros cada vez que metía un gol. En ningún momento reforzaba a su hijo el esfuerzo tan grande que hay detrás (entrenos, madrugar, cansancio...) tan solo el resultado, el gol. A la larga, el niño empezó a mostrar una gran desmotivación por el fútbol y el padre pudo entender la importancia de elogiar el esfuerzo y no tanto el resultado.

7. No hay que tener miedo a confrontar sino no está haciendo correctamente la tarea y en el tiempo acordado. En este punto cabe recordar la importancia de hacer la crítica al "hacer" y nunca al "ser", es decir, no es lo mismo decir "últimamente tu habitación está un tanto desordenada que eres un vago y no haces nada".

8. Cuidar y ser conscientes de nuestro lenguaje. A veces cometemos el error de asumir las tareas que son exclusivas de nuestros hijos y hacerlas también nuestras "nos vamos a casa pronto que tenemos que hacer los deberes", ¿tenemos?.... A los niños/as hay que exigirles ciertos deberes de auto-cuidado como lavarse, vestirse..., para que después aprendan el cuidado de sus pertenencias como su habitación que es y debe ser un espacio suyo, así como los deberes que son una tarea exclusiva de ellos/as. 

9. Asignar una paga semanal como elemento para inculcar la responsabilidad económica. Aunque en un principio ha de haber un control, es importante que tengan cierta libertad para gastarlo, como y cuando quieran, espacio donde se trabaja también la espera, ya que si quieren algo más caro tendrán que ahorrar.

10. Ser claros a la hora de expresar aquello que esperamos de ellos.

11. Dar ejemplo. Los padres y madres somos modelos insustituibles para que nuestros hijos vayan adquiriendo hábitos responsables.

En definitiva se trata de no ir alejando a nuestros hijos/as de las dificultades con las que se vayan encontrando, cediendo a lo que nos pidan o resolviendo los continuos conflictos y decisiones se su día a día. A largo plazo las consecuencias pueden ser muy negativas educando niños/as inseguros, inmaduros y con muy poca capacidad de decisión. Esto en prevención de drogas es básico y fundamental ya que les prepara para tomar decisiones de manera reflexiva, el niño tiene que saber lo que se debe o no se debe hacer asumiendo las posibles consecuencias de manera responsable.

domingo, 16 de septiembre de 2018

¿QUÉ SABEMOS DE NUESTROS HIJOS/AS?


Está claro que viven con nosotros y tenemos una información privilegiada de cómo son pero… ¿Realmente los conocemos?, ¿Sabemos cuáles son sus temores, con quién van y cómo se relacionan?
En la clínica donde trabajo si hay algo con lo que me encuentro a diario es con padres y madres que se quitan la venda de los ojos cuando hay una situación límite y donde la familia empieza a sufrir grandes daños, seguida de la pregunta ¿Cómo no me di cuenta antes?

Evidentemente hay muchos datos que se nos van de las manos pero hay otros que sí podemos conseguir. Se trata de preguntar, observar, guiar y acompañar en la difícil etapa que es llegar a la adolescencia.

Yo insisto mucho en crear espacios donde se fomentan de manera natural conversaciones agradables y no donde se sientan como si fuera un  interrogatorio. Es importante contar cosas que nos pasan a nosotros para que ellos nos cuenten las suyas. Si quieres saber cual es su música favorita por qué no le cuentas cual es la tuya, o que escuche la que te gustaba de joven, incluso acompañada de fotos de esa época.

Los momentos de la cena, cocinando… son momentos en los que se hacen otras cosas y se puede fomentar el diálogo, pero si hay un sitio que facilita el diálogo sobre todo con los adolescentes es en  el coche, porque  aunque el contacto visual es fundamental para la comunicación, a veces lo mejor es no mirarse para que no sientan que es un interrogatorio.

En mi casa todas las noches a la hora de la cena cada uno explica lo mejor y lo peor del día y que cosa cambiaría. Esto nos permite saber si han tenido algún conflicto en la escuela y ver como lo ha resuelto y poder ayudar a buscar soluciones todos juntos. Incluyendo lo que nos pasa a los padres.

Tenemos la tendencia a interrogarles nada más salir del cole, o cuando llegan a casa del instituto, a veces  no les dejamos tiempo y ya les lanzamos la primera pregunta …. ¿Cómo ha ido?,  ¿Qué quieres de merienda?, ¿Qué deberes tienes?,.... Quizás deberíamos empezar a contar como ha ido nuestro día y luego dejarles espacio a ellos.

Me gustaría lanzaros una batería de preguntas para que cada uno pueda evaluar el nivel de conocimientos que tiene con respecto a sus hijos. No se trata de juzgar sino de reflexionar para ver que debemos cambiar… ahí va!!

¿CONOCEMOS A NUESTROS HIJOS/AS?
SI
NO
¿conoces a sus amigos/as?


¿conoces como es su manera de relacionarse con su grupo de iguales?


¿sabes por qué le gusta ir con ellos/as?


¿sabes cúal es el cine que le gusta ir a ver?


¿sabes a qué juega con sus amigos/as?


Si tiene móvil ¿sabes qué tipo de chats tiene?


Si tiene play ¿sabes a qué tipo de juegos usa?


¿sabes qué cosas le dan miedo?


¿sabes identificar cuando está triste?


¿sabes cómo resuelve los conflictos que le van apareciendo en su día a día?


¿crees que te contaría algún problema o te pediría ayuda si lo necesita?


¿sabes qué le gustaría ser de mayor?


¿sabes con quién y dónde está cuando no está en clase?


¿sabes si es capaz de decir NO ante la presión del grupo de iguales?


¿sabes cómo resuelve la situación cuando algo no le sale como quiere?


¿sabes cómo reacciona cuando se le dice un NO por respuesta?


¿sabes si tu hijo está bien informado sobre drogas?


¿sabes si fuma?


¿sabes si bebe alcohol cuando sale con sus amigos?


¿sabes si es feliz?


¿sabes lo que hace tu hijo/a cuando tu no estás en casa?


¿sabes si tiene capacidad de ahorro y en que se gasta su dinero?


¿Cuándo tiene un conflicto sabes si reacciona de manera impulsiva o es capaz de reflexionar para luego responder?


¿sabes si ha tenido o tiene algún tipo de discriminación en clase con su compañeros?


















































Insisto que este test no es para juzgarnos como padres y madres sino para darnos cuenta que es posible indagar un poco más. NO SE TRATA DE CONTROLAR sino conocer, saber, observar, estar, acompañar y ayudarles a aprender a resolver las dudas y conflictos que vayan surgiendo.

Muchos padres y madres se ven “incapaces” de tener una conversación con sus hijos ya que “cuando llegan a casa se encierran”, y en cierto modo es normal ya que buscan su intimidad y no quieren que se les trate como niños pequeños sino como personas autónomas que ya lo saben “todo”. En la adolescencia hay que estar ahí, pero de diferente manera, el diálogo cambia, los temas de conversación y por su puesto el tiempo de comunicación que la mayoría de las veces se convierten en respuestas monosilábicas ("si o no"). Pero no por ello tenemos que dejar de comunicarnos.

Es en esta época de la adolescencia donde más dudas tienen y más cambios sufren y la manera en la que se enfrentan a ella es huyendo de la realidad, esperando a que las cosas se solucionen con poco implicación por su parte.

Insisto que crear espacios de ocio saludables con ellos desde que son pequeños, fomenta y facilita el diálogo.

“Practicar deporte con nuestros hijos es una de las mejores herramientas educativas que hay, no  solo se trabaja el cuerpo sino que fomenta valores en la familia previniendo conductas de riesgo que en un futuro podrían favorecer, entre otras cosas el consumo de sustancias”. 

lunes, 2 de julio de 2018

HABLANDO DE DROGAS CON MI HIJO/A ¿QUE LES DIGO Y CUANDO?



Me gustaría empezar este nuevo post con una frase que para mí es fundamental en el aprendizaje: 
“Los niños/as desarrollan la mayoría de sus aprendizajes mediante la observación,  la imitación y la interacción continua” (Albert Bandura).

Hay que partir de la base que no hay una edad que nos indique el momento de hablar de drogas con nuestros hijos pero sí hay momentos adecuados para ello. Por eso, es muy importante responder siempre ante las inquietudes y preguntas que nuestros hijos nos hagan. Para ello, lo mejor es desarrollar, desde que son pequeños, un diálogo permanente aprovechando esos momentos de la vida cotidiana que nos permiten convertirlos en “momentos educativos”, ayudando a crear los cimientos para una buena comunicación.

Es fundamental mantener este contacto verbal desde que son pequeños ya que se corre el serio riesgo  de ruptura de la comunicación en determinados momentos,  como ocurre en la adolescencia.

Los padres debemos ser informantes de primer grado. Investigar y obtener  información es el comienzo para poder estar preparados para cuando llegue el momento en el que nuestros hijos nos pregunten sobre cuestiones relacionadas sobre el consumo de drogas o seamos nosotros quienes tengamos que provocar la conversación.

Para ello me gustaría detenerme en tres palabras claves que van a estar presentes en todo el artículo como son: LA  ACTITUD, LA HUMILDAD Y  LA COHERENCIA.

ACTITUD: Es fundamental a la hora de hablar con nuestros hijos de este tema. No hay que “dramatizar” sino procurar hablar desde la calma y nunca desde la “cultura del miedo”, ya que si actuamos de esta manera conseguiremos efectos contrarios a los deseados, que nuestros/as hijos no se acerquen a nosotros  para hablar del tema.
HUMILDAD: En ocasiones nuestros hijos saben más del tema que nosotros. Si ofrecemos a nuestros hijos datos que no son ciertos o nos basamos en juicios y opiniones, perdemos credibilidad ante ellos.
COHERENCIA: No se nos puede olvidar que nosotros debemos ser un modelo de salud y un ejemplo para nuestros hijos.

¿Pero se puede hablar de drogas desde que son muy pequeños? SI.
Los periodos de transición que marca el sistema educativo también son periodos de cambio en los que los padres hemos de estar atentos. Como padres y madres protectores que somos creemos que es pronto para hablar de ciertos temas y tendemos a evitarlos.

Ningún niño/a está exento de consumir drogas. Ponerse una venda en los ojos y negar la realidad donde están creciendo nuestros hijos es uno de nuestros enemigos a la hora de la prevención de drogas desde casa.

No se trata de meterlos en una burbuja, sino acompañar, guiar y protegerlos de aquellas situaciones de riesgos en las que se van a ir encontrando y una de ellas es el consumo de drogas. Dotar a nuestros hijos de estrategias de protección es un largo y duro camino, pero merece la pena.

La comunicación con nuestros hijos es una de las mejores herramientas educativas que hay como medida preventiva.

Veamos por franjas de edad como podemos abordar el tema.
EDAD PREESCOLAR: En esta edad es cuando debemos empezar a hablar con los niños de la importancia de un estilo de vida saludable, la higiene del sueño, la importancia del cuidado del cuerpo y la comida.
Es vital que el niño/a empiece a ser consciente que no todo lo que hay a su alrededor es seguro. Hay que tener especial atención a los productos de higiene, medicamentos, alcohol o tabaco que haya en casa.  
A la hora de dar un medicamento a un niño/a  puede ser un “momento educativo”, enseñando que esto solo lo puede tomar en el momento necesario y en la medida pautada por el médico. Atención a no tener “la farmacia” en casa.
DE 5 A 8: Es una etapa donde el juego cambia y el grupo de iguales empieza a coger mayor importancia. Es a partir de aquí donde la información que les llega es nueva y abierta y en donde el papel fundamental que tenemos los padres es poder ayudar a nuestros hijos/as a poder poner orden a toda esa información.
Es importante hablar con ellos en tiempo presente, es decir, no plantear en un futuro los efectos devastadores del consumo de drogas sino conversaciones sobre hechos presentes y cotidianos, como por ejemplo, el uso de las golosinas y los efectos negativos que pueden tener en su cuerpo si hay un abuso.
DE 8 A 12: Es un momento ideal para recopilar información sobre lo que opinan nuestros hijos del tema y empezar a encontrar momentos de diálogo en referencia a  ello, respondiendo siempre con actitud, humildad y coherencia a todas y cada una de las preguntas que nos hagan.
En esta etapa es fundamental su grupo de amigos, con quien se junta,  y la opinión que tienen ellos sobre el tema.
A PARTIR DE LOS 12: En esta etapa ya se tienen que haber asentado unas buenas bases de comunicación, es importante entender opiniones y sentimientos y hablar de los peligros no sólo a nivel físico y mental sino peligros asociados como accidentes, multas, cuestiones legales…. Los últimos datos que tenemos en cuanto al inicio del consumo empiezan con esta edad.

Para ello debemos ser nosotros quien en ocasiones iniciemos la conversación para ver que opinan y como se posicionan ante el tema del consumo de drogas. Por eso, es importante sentar unas buenas pautas de comunicación.Os apunto algunas:
·       Actitud y claridad: No hay que tener miedo a iniciar una conversación y hablar de manera clara sobre el tema. Recuerda que las respuestas incompletas dan lugar en ocasiones a confusiones y nuestro principal objetivo es preventivo.
·       Recopila información: No se trata de ser expertos del tema pero sí de saber sobre él. Es una realidad que los tipos de drogas y las pautas de consumo van cambiando y es importante saber de que estamos hablando, lo que pensamos muchas veces no es lo que se encuentran nuestros hijos/as. También hemos de estar atentos a no dar demasiada información gratuita.
·       No interrogues ni emitas juicios: Aunque lo ideal para una buena conversación es el contacto visual, a veces, es mejor no tenerlo. Los trayectos en coche en ocasiones son buenos para iniciar una conversación  porque no hay contacto visual directo.
·       Orientar, no imponer: Utilizar datos objetivos es una información valiosa a la hora de dar alguna orientación, pero hay que tener cuidado con los  consejos no pedidos. 
·        Flexibilidad: Tu hijo/a puede que tenga una opinión diferente a la tuya, hay que respetarla pero también hacer valer la tuya.  Cuidado con frases como “tienes que”, “quiero que " y cambiarlas a “me gustaría”. 
·       Humildad: Hay que hablar desde el saber y reconocer nuestro desconocimiento ante algunas cuestiones. 
·       Sistema de valores: Es importante remarcar cual es el sistema de valores que hay en casa. 
·       Hábitos saludables: Practicar actividades deportivas o los momentos de la comida son espacios sanos de diálogo. Es importante utilizar estos  momentos de salud que nutren la comunicación con nuestros hijos/as. 
·        Coherencia: Es vital dar ejemplo. 
·       No dramatizar: La “cultura del miedo” no es válida sino que es un gran obstáculo para la comunicación. 
·       Cariño y comprensión: Escuchar con atención cosas que a veces no queremos no nos debe impedir escucharlas para luego poder actuar. 
·       Prioriza: No hagas nada más mientras escuches o contestes, es un momento único y delicado que merece tu total atención. 
·       Deja hablar, no interrumpas: Espera y cuando tengas toda la información y silencio es cuando hay que hablar. 
·       Resume: Las charlas no sirven de nada. Frases cortas, claras y directas. 
·       Auto-control: Hablar de estos temas a veces nos provoca una gran carta emocional (miedo, rabia…) y esto no ayuda a la comunicación. Sí es importante decir como esto te puede hacer sentir, pero desde la calma no dejándonos secuestrar por las emociones. 
·       Elegir el lugar y el momento: No todos los lugares y momentos son buenos para conversaciones tan importantes. 
·        No atacar: Las acusaciones, amenazas, juicios y/o exigencias nos alejan mucho de poder tener una conversación sana. 
·        No utilices “coletillas: Tipo “ya te lo había dicho…”. 
·        Empatiza: Es importante ponerse en el lugar de tu hijo, en cuanto a su edad y como se puede sentir hablando del tema contigo. 
·        Calibra: Tono de voz, si las palabras son adecuadas y entendibles.


Recuerda que una buena conversación puede ser el freno a una actividad de riesgo. No se nos puede olvidar que el diálogo es una de las mejores herramientas educativas y preventivas que existe. Usémosla.

jueves, 10 de mayo de 2018

UN CASO REAL: PREVENCIÓN DE DROGAS EN ADOLESCENTES


En este blog ya hemos visto algunos aspectos importantes sobre la prevención de drogas en adolescentes como la importancia de los límites, la comunicación con nuestros hijos, laimportancia del grupo de iguales, la diferencia entre responder en vez de reaccionar, y ahora para poder verlo con mayor claridad  os propongo un caso práctico real.

Félix (nombre ficticio) tiene 14 años cuando sus  padres vienen  a la consulta porque no saben qué hacer, puesto que tanto su actitud y conducta en casa han ido cambiando de manera radical. Lo que antes eran buenas notas ahora son suspensos, lo  que antes eran risas ahora son gritos, insultos y golpes y lo que antes eran fines de semana en familia ahora se han convertido en continuas demandas de dinero y negociaciones interminables en cuanto a  horas de llegada a casa que en la mayoría de las ocasiones no se cumplen.

En la primera entrevista que tengo con los padres reconocen a modo de sentimiento de culpa todos los aspectos educacionales que no han hecho con sus hijos. Al hacerles numerosas preguntas para poder hacer un mapa de la situación y así poder empezar a darles pautas educativas, me encuentro con muchos aspectos que hay que  cambiar en casa. Están dispuestos a “quitarse la venda de los ojos” que durante mucho tiempo han llevado puesta, ya que siempre pensaban que los hijos de los demás eran los que hacían cosas “malas”.

Cuando les pregunto  qué clase de  responsabilidades tiene su hijo en casa, me contestan que ninguna; si conocen a sus amigos, me comentan que a los de ahora no; si les pregunto por los límites, apenas saben que contestar y cuando les pregunto cual es la reacción de su hijo cuando las cosas no le salen como él quiere, su respuesta es que reacciona de manera desproporcionada, “no sabemos que le ha podido pasar por que nunca le ha faltado nada”.

Proporcionarles todo a nuestros  hijos no es garantía que tengan todo lo que necesiten. Félix  ha crecido en un ambiente normal, sus padres trabajan y los dos tienen estudios superiores,  todos los días van a trabajar y por las tardes están organizados para estar con sus hijos sin necesidad de recurrir a terceras personas. Pero cuando llegan a casa, tanto Félix como su hermano menor hacen aquello que en cada momento les apetece, no hay rutinas establecidas en cuanto a tareas (antes de poner la tele hay que hacer los deberes, ducha, preparar las cosas del días siguiente,…).
El único momento que  la familia está junta es la cena donde  la televisión es el foco de atención de todos, anulando la comunicación en este escenario tan propicio para ello. Son los padres quienes hacen todas las tareas de casa, incluyendo poner y quitar la mesa.
En cuanto a las rutinas diarias, no hay nada establecido, no hacen su cama, cuando  llegan a casa  dejan la  cartera… tirada, ven la tele y hacen los deberes cuando quieren.


Ante las numerosas peticiones de Félix, los padres por evitar un conflicto, a casi todo le decían que sí. Félix no hace ningún tipo de esfuerzo para conseguir las cosas, aprendiendo que todo lo consigue y que cuando las cosas no les salen como el quiere lo resuelve de manera muy negativa.

Al llegar el cambio al instituto Félix se encuentra con un escenario muy diferente, nuevos compañeros y con muy pocas habilidades sociales para resolver  los numerosos conflictos que van apareciendo en su vida ya que sus padres se habían encargado de solucionarle todo según crecía.

Félix con su edad necesita pertenecer a un grupo nuevo de amigos, algunos de los cuales con 14 años ya fuman e incluso alguno de ellos ya empieza a “tontear” con los “porros”,  los fines de semana solo quiere salir con ellos, al principio con límites de hora pero poco a poco la línea de llegada a casa se va diluyendo.

Los padres tienen plena confianza en su hijo, pero la realidad es que cuando sale de casa no saben con quién está, ni donde va. Siempre han pensado que a los demás sí les pasan cosas pero a sus hijos no.

Félix en todo momento se deja llevar por las decisiones que toma su nuevo grupo de amigos, haciendo cosas que en ningún momento se plantea si quiere hacer. Empieza a fumar porros por no sentirse como el “raro” del grupo.

Las notas de Félix empiezan a bajar y la comunicación en casa se convierte en conflicto diario y es cuando los padres de Félix se empiezan a alarmar y con muy buen criterio pedir ayuda profesional.

Viendo de cerca este caso, quiero recordar que la verdadera prevención de drogas no es cuando entran al instituto sino mucho antes. El dotarles de herramientas a nuestros hijos desde que son pequeños les ayudará a tomar decisiones de manera más madura de mayores.

Tras un largo periodo de trabajo con los padres de manera semanal y una implicación absoluta por parte de ellos a la hora de introducir cambios en casa, Félix ha empezado a cambiar su conducta, a mejorar las notas y el ambiente en casa es tranquilo y comunicativo.

Pero… cuales han sido los cambios que han introducido en casa los padres de Félix?
1.       Introducir límites claros (Ver entrada: La importancia de los límites)
2.       Se mantienen firmes cuando ponen un límite claro y no se cumple y que previamente han advertido (cuando hagas los deberes, preparado la ropa de mañana… podrás ver la tele).
3.       Han aumentado la comunicación en casa (apagando la tele, móvil apagado al llegar a casa, actividades en familia, utilizando los trayectos en coche..)
4.       No resuelven continuamente las cosas que les pasan a sus hijos, les dan la oportunidad de equivocarse y que puedan aprender que sus actos tienen consecuencias.
5.       Tienen responsabilidades en casa (cada uno es encargado de alguna tarea, sacar la basura, limpiar y pasear al perro, hacer su cama todos los días y limpieza a fondo el sábado por la mañana).
6.       Se han establecido rutinas claras todos los días.
7.       Comunicación en positivo, se empieza a no castigar lo que está mal sino a reforzar todo lo que poco a poco van haciendo bien.
8.       Conocen a los amigos con los que van y a algunos de los padres y madres.
9.       Ayudan a sus hijos a dotarles de habilidades sociales para que sepan posicionarse cuando no quieran algo y tomar decisiones y no resolver conflictos.

Algunos puntos ya he comentado en posts anteriores pero aún quedan algunos por tratar… ¿¿cuál será el siguiente?? ¡¡Os ánimo que me sigáis!!

Lamentablemente cada día veo más casos como Félix y más padres desesperados. Espero que estas pautas educativas os ayuden a guiar y acompañar a vuestros hijos en cada etapa del crecimiento.

¡¡Os espero en el próximo post!!

lunes, 9 de abril de 2018

LA IMPORTANCIA DE LOS LIMITES



Imaginaros que dejáis a vuestros  hijos una bicicleta sin frenos en lo alto de una cuesta llena de curvas….¿qué habéis sentido o pensado por un momento y como ha reaccionado vuestro cuerpo? Está claro que esta  ausencia de límites podría  tener consecuencias negativas.

Para mí la función de los límites se podrían resumir en las 4Ps:
  1. Proteger: Los límites dan seguridad.
  2. Parar: Les ayudan a frenar, dejar de avanzar por un momento para luego seguir.
  3. Pensar: Les ayudan a considerar un asunto con atención y poder ver las posibles consecuencias que puede haber.
  4. Proceder: les ayuda a  ejecutar una serie de acciones de manera ordenada según lo que se haya acordado.
Evidentemente si eres una madre o padre implicado en la educación de tus hijos no les dejarás coger la bici de esta manera, sino que lo harás utilizando las 4Ps:  desde la Protección (enseñando la importancia de los frenos, casco…), irá poco a poco y Parando, le ayudarás a Pensar (explicando  las posibles consecuencias de no usar los frenos o el casco) y por último le ayudarás a Proceder, es decir, le enseñarás y le acompañarás como se aprende a montar en bicicleta, explicando por donde se empieza… y si se cae, ahí estarás para acompañarlo a que se le levante.


Hay una gran diferencia entre el riesgo y el peligro. Siempre hay que protegerlos del peligro pero para el aprendizaje es importante que vayan asumiendo riegos, de esta manera se va forjando la autonomía, enfrentándose a sus miedos y fortaleciendo la autoestima desde el “yo puedo”, “yo soy capaz”.

Si hay una cosa que es común en todos/as los adolescentes con los que trabajo es una ausencia casi total de límites. 

Insisto que la verdadera prevención en el consumo de drogas y alcohol no es en la adolescencia sino desde que son pequeños y los límites juegan un papel fundamental en la prevención.

Pero… ¿los límites se pueden empezar a poner desde muy pequeños? Por supuesto. Desde que tienen meses donde ya les apartamos de sitios peligrosos como los enchufes. A partir de los 16 meses, ya hay que ser más rigurosos con los límites (a la hora de ir a la cama, ver la tele…). Pensemos por un momento, como puedes poner límites a un adolescente en la hora de llegar a casa, si cuando era pequeño no le has puesto límites de horario para ir a dormir.

Está claro que hay que aplicar los límites a las circunstancias personales y la edad de cada niño/a. Pero para aprender a poner límites los padres también tenemos que hacerlo desde dos puntos de vista: actitud y humildad. Las madres y padres debemos actuar serenos pero firmes y hablando desde las consecuencias posteriores que puede haber si ese límite no se cumple, hay que actuar desde la verdad: “no se pega porque esto hace daño” no es lo mismo que “no se pega porque sino vendrá la policía a por ti”.

También la misma actitud y humildad a la hora de poner nosotros las consecuencias a ese límite.  No sirve de nada decir, ”si no haces los deberes no irás al parque”, si finalmente va al parque sin haberlos hecho. Hay que dejar muy claro que poner límites es dar amor, “te quiero pero la respuesta es no” (no voy a dejar que vayas sin casco cuando cojas la bici).

Como decía hace un momento, en los grupos de prevención de recaídas con los que trabajo en el centro de rehabilitación siempre les hago una pregunta a los adolescentes: "¿la borrachera, con qué cerveza la cogéis, con la primera o con la octava?" Os podéis imaginar que la respuesta de casi todos es con la octava, pero la realidad es que la “cogen” con la primera, porque cuando empiezan no pueden parar…

Cuando llegan al centro, la mayoría de los adolescentes y menores se saltan las normas porque no están acostumbrados. El trabajo socioeducativo es el que se prioriza para poder cambiar una conducta. Pero el trabajo no se centra solamente en ellos sino también en  guiar a las madres y padres para que hagan ese cambio de conducta, puesto que poner límites les supone, la gran mayoría de las veces, conflictos y situaciones violentas en las que hay mucho miedo y sufrimiento.

Pero, ¿que hacer en el caso que ya haya ausencia total de límites? Os propongo para el próximo post un caso práctico…


Aquí os dejo el enlace a la primera parte de Prevención de drogas en adolescentes. Parte I